Manuel Simón,
miembro de la ejecutiva de UGT, se llevó un buen susto cuando preguntó por qué había tanta gente reunida en un momento previsto del II Encuentro Mundial de la Juventud Trabajadora, que se acaba de celebrar en Sevilla. "Es el entierro", le contestó alguien lacónicamente, y lo primero que pensó el líder ugetista es que había muerto alguno de los congresistas que sufrieron ataques de gastroenteritis durante el encuentro. Pronto le calmaron: era el entierro -simbólico, claro-, de la OTAN organizado por la propia UGT, informa José Aguilar. Mayor fue el susto de un delegado africano que cayó en manos de unos pícaros callejeros, expertos en el manejo de los naipes. Perdió 10.000 pesetas y estuvo a punto de acabar en la cárcel.
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