Los partidos
Attard contra Villodres, Castellano contra Guerra, todos contra Carrillo. La deflagración estival de los partidos es el mejor homenaje que se le puede hacer a la ultranza. Lo que aranjueces no logran desde fuera, pueden lograrlo otoños desde dentro.Hay partidos adunativos (UCD) y partidos consecutivos: PSOE, PCE. Llamo partidos adunativos, naturalmente, a los que se han hecho por acumulación de intereses, ideologías, oportunidades, oportunismos, electoralismos y desguazamiento de otros partidos: nacionalcatólico, socialdemócrata, liberal y así. Llamo partidos consecutivos a los que son consecuencia de sí mismos, como el PSOE es consecuencia más o menos accidentada del socialismo español histórico y el PCE es consecuencia de una larga y activa clandestinidad, en la que se ha morfologizado. Anoche, en la madrugada musical y estival de Nueva Romana (frivolidad panteónica de los 30/40), veía yo primero a Las Hurtado y luego a Los Platters. Las Hurtado, hijas de Mary Carrillo (los dos únicos personajes teatrales que he escrito en mi vida me los han interpretado Mary y Paloma), son un trío que se ha formado, como ellas mismas explican en su show, por lo mal que está todo, por el paro, por exigencias del momento, «por cómo anda el mundo de la tele». O sea, un partido adunativo (aunque de gran autoironía y eficacia), como UCD. Una cosa coyuntural, aleatoria y más brillante que consistente. Los Platters, en cambio, son herencia de aquel jazz comercial de los sesenta, un conjunto negro americano que alcanzó la gran fluidez/solidez de 16 toneladas y Only you, (canción que se usaba mucho en los guateques para bajar la luz y arrimar taller).
¿Qué queda de Los Platters? Algún viejo maestro de negro ritual, una marca de fábrica y una nostalgia de sí mismos que se confunde con la nostalgia natural del blue, más esa muchacha negra, esquemática, lumbre delgada de una raza resuelta en inmensa sonrisa. O sea, Los Platters renovados. Un partido consecutivo. Tierno Galván estudia en sus memorias (una semana apasionada de lectura estival) el cansancio europeo por los partidos y los parlamentos. Eso es fenómeno de madurez democrática, cuando la utopía cumplida empieza a entoñar en otra cosa. Pero en España, donde la democracia no tiene aún otro andamio teórico que la Constitución ni otro andamio humano que los partidos, estas guerras intestinas, médicas y púnicas, estos pleitos, capas y espadas, hacen innecesario que la derecha/derecha ignore la transición: la transición se está ignorando a sí misma. UCD, que es un partido adunativo, como Las Hurtado, pero con mucha menos marcha, está siguiendo un proceso natural, de la adunación a la clarificación: de ahí saldrán dos o tres partidos o saldrá un presidencialismo aportuguesado. Pero PSOE/PCE, que lo han tenido siempre más claro, están jugando ahora a las canteas de barrio y olvidan que el guardia de la esquina puede disolverlos en cualquier momento. Felipe es el único hombre de la Oposición que puede ganar las elecciones/83, y Carrillo es el único hombre del PCE que puede repartir autoridad a cambio de solidaridad. Dicho a la manera es cultórica: lo de UCD es un reordenamiento natural de la derecha, y lo de socialistas y comunistas es una ordalía donde todos se están autocastigando, volviendo contra sí la energía que no pueden aplicar a la sociedad paleocapittalista, en feudada y cristalógica en que vivimos.
Visto desde la copa del alto cocotero de agosto, lo de los tres grandes partidos es un suicidio colectivo e histérico corro el de la Guyana. La UCD puede quedarse sin el poder real y la Oposición sin el poder moral. Entre el modelo Hurtado Sisters y el modelo Platters, los civilizadísimos negros de Norteamérica, con su queja estilizada y su continuidad dinástica en la igualdad, son una opción inmejorable para nuestra izquierda: o sea, la negritud.
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