Trabas burocráticas retrasaron en más de dos horas la atención a un lesionado
José Luis Pérez Añón, ciudadano valenciano, tuvo que sufrir durante la noche del miércoles una larga espera para recibir la atención médica que la fractura de un metacarpiano de su mano derecha requería. Tendrían que pasar más de dos horas hasta que la burocracia hospitalaria se decidiera a prestarle los debidos cuidados.Según él mismo explicó a este periódico, cuando pasadas las once de la noche salía de cenar de un restaurante madrileño, sufrió una caída al suelo. La mano derecha empezó a dolerle fuertemente e inmediatamente pidió a un taxista que le trasladara a un centro de urgencia. En uno de los equipos quirúrgicos municipales le atendieron correctamente, pero le indicaron que, por no disponer del material adecuado, sería mejor que acudiera al Hospital Provincial.
Al llegar al centro hospitalario de la Diputación Provincial, en el servicio de Traumatología le indicaron que no podían atenderle (ya eran las 23.20 horas), porque las personas desplazadas en Madrid tienen que ser atendidas en la Ciudad Sanitaria La Paz.
A todo esto, la mano se le seguía hinchando y el dolor aumentaba.
José Luis Pérez Añón, agente comercial de profesión y afiliado a la Seguridad Social, no consiguió convencer a los médicos de que le atendieran ni aun pidiendo que lo hicieran particularmente, pagando lo que fuera necesario. Un asistente sanitario confirmó a EL PAIS que Pérez Añón proseguía su espera en los pasillos del Hospital Provincial, pero que no le podían atender porque lo establecido es que ese tipo de trabajos se realicen en La Paz.
«Es inhumano que me tengan en estas condiciones en una ciudad en la que no conozco a nadie», dijo a este periódico José Luis Pérez Añón. «No se enteran de que no somos perros. Prescindo de mi cartilla de la Seguridad Social, vengo correctamente vestido, con ropa buena. Ni caso. No quiero pensar en lo que le ocurriría a cualquiera con pinta menos seria».
EL PAIS intentó ayer ponerse en contacto con algún representante del Hospital Provincial para conocer su opinión sobre lo sucedido. No fue posible, sin embargo, encontrar en sus despachos ni al director, doctor Barros, ni a la diputada provincial encargada del hospital, María Gómez Mendoza.
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