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La renegociación del tratado España-Estados Unidos entra en una fase crucial

Las negociaciones entre Estados Unidos y España, para la renegociación del tratado de amistad y cooperación, entraron en un punto crucial, tras la entrevista del jueves de José Pedro Pérez-Llorca con Ronald Reagan, con la presentación, por parte española, de un texto cerrado. que incluye los deseos del Gobierno español para un nuevo «tratado de amistad, defensa y cooperación». La presión que ejerce España se enfrenta con evasivas norteamericanas sobre supuestas dificultades presupuestarias, a las que no es ajena la intención del Gobierno de promover la rápida adhesión de España a la OTAN.

Las negociaciones continúan durante este fin de semana en Washington, bajo la presidencia del secretario de Estado español, Carlos Robles Piquer, y del embajador de EE UU en España, Terence Todman, para concluir en su actual fase el próximo lunes. «Tendremos otras sesiones, en Madrid, a finales de julio y mediados de agosto », dijo Robles Piquer, quien mostró su deseo de «terminar» antes del 21 de septiembre, fecha en que caduca el actual acuerdo en vigor.Las posturas españolas en la negociación van clarificándose, pero continúa la incógnita sobre cuál será la respuesta por parte norteamericana, cuya Administración parece inclinada a seguir contando con las bases militares en España, pero pagando el mínimo precio.

Según Robles Piquer, la postura de Washington se caracteriza, primero, «por un gran deseo de satisfacernos», pero «tropieza con dificultades de tipo material. Por parte norteamericana circulan informaciones de Prensa que recuerdan «las dificultades» presupuestas, «o, incluso, argumentan diferencias» entre el Departamento de Estado, que dirige Alexander Haig, y el Departamento de Defensa, controlado por Gaspar Weinberber. Tesis de escasa consistencia, ya que el Gobierno español negocia con la Administración del presidente Reagan y no con sus ministerios.

En el borrador presentado por España se habla de «tratado», y quiere introducirse la terminología de «defensa», sin que se sepa a ciencia cierta si Washington aceptará tales condiciones. EE UU desearía reducir el tema a simples «acuerdos», en vez de «tratado» para evitar la necesidad de ratificaciones parlamentarias en Washington y Madrid, donde siempre pueden surgir problemas.

Aunque en su 90% el contexto del tratado es de aspecto militar, en al actual tratado no se incluye la palabra «defensa», quizá por temor por parte norteamericana a verse implicada en operaciones de apoyo al Ejército español, si hay conflictos problemáticos, como podrían nacer a raíz de Ceuta, Melilla o las islas Canarias.

En el texto de borrador, España incluye también la necesidad de defender los valores democráticos comunes, claúsula que, por razones obvias, en la época del franquismo no figura en el actual tratado.

Robles Piquer fue extremadamente evasivo para responder sobre el nivel de «control nacional» que tendrán las bases norteamericanas instaladas en España, bajo el texto de nuevo tratado. Tampoco precisó si EE UU pide la instalación de nuevas bases (¿Canarias?), o reforzar algunas de las existentes.

Aparentemente, no se habla del tema del ingreso de España en la OTAN (Organizacion del Tratado del Atlántico Norte) en el actual foro de negociaciones, aunque es evidente que con su definitiva política de integrarse en la OTAN, el Gobierno español ha perdido antes de empezar una de sus mejores bazas de negociación frente a Estados Unidos.

Las compensaciones militares, en fabricación conjunta de material o compras por parte norteamericana de material español, es otro de los puntos conflictivos de la actual negociación.

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