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Los británicos revisan sus rígidos criterios sobre la buena educación

Andrés Ortega

La vida moderna cambia, y con ella los buenos modales y la etiqueta, tan importantes en el Reino Unido. Las solteras pueden ya anunciar el nacimiento de sus hijos en The Times, y si se invita a pasar el fin de semana a una joven pareja, sabiendo que, sin estar casados, viven juntos, es maleducado no ofrecerles una misma habitación. Estas son unas de las muchas recomendaciones que contiene la nueva edición del Debrett's Etiquette and Modern Manners, para muchos la enciclopedia del saber comportarse en la sociedad británica.

Esta nueva edición, la primera guía completa de los buenos modales en los últimos cincuenta años, ha sido preparada por Elsie Burch Donal, norteamericana que lleva trece años en el Reino Unido y señala que la clase más fascinada por la etiqueta no es la aristocracia, sino la clase media.El estar algo bebido en sociedad ya no es una terrible metedura de pata, sino una peculiaridad de la naturaleza humana. La mujer de negocios, por otra parte, es un nuevo factor de la modernidad, aunque «la gente de negocios son gente, no hombres y mujeres». Si en una comida de negocios es la mujer la que invita, debe pedirle al varón que elija el vino, y no ponerle así en apuros.

La vida de trabajo, especialmente en la oficina, ha hecho también cambiar los hábitos. El Debrett's señala que en ese medio ambiente no hay que levantarse cada vez que entra una mujer en el despacho. Los hombres, si se quitan la chaqueta para trabajar más cómodos, deberían también quitarse el chaleco y nunca remangarse la camisa por encima del codo.

Si fuera del trabajo un hombre y una mujer salen juntos, aquél puede pagar la primera o la segunda vez, pero después deben compartir los gastos. En estos casos, se dice: «La amistad sin sexo es perfectamente posible», aunque lleve a equívocos. Si uno de los dos quiere tener relaciones sexuales con el otro (ya no es necesario hablar de matrimonio, sino que se pueden perseguir fines más temporales) y éste no quiere, lo propio es dejar de verse, pero es muy maleducado sugerir que existe la posibilidad de unas relaciones sexuales si uno de los dos las rechaza.

Elsie B. Donal ha querido recoger la revolución social de los años sesenta y ha redactado un nuevo capítulo sobre el divorcio, indicando que lo educado es invitar al antiguo cónyuge, si uno se vuelve a casar. Es tolerable vivir juntos sin casarse, pero no es aceptable meterse poco a poco en la vida -y en la casa- de otra persona, quedándose primero los fines de semana y luego más tiempo, hasta olvidar incluso volver a su propia casa.

Deberes de anfitrión

El Debrett's dedica un espacio considerable a lo que debe hacer el anfitrión cuando recibe invitados en su casa, en unos tiempos en que el servicio escasea. En estos casos sé pueden pasar la comida en sentido inverso al de las agujas de un reloj, asegurando que la fuente llega a la mano izquierda del que se va a servir, dejándole libre la derecha para coger el cubierto. Una novedad en los buenos modales británicos es que ahora es correcto utilizar servilletas de papel. Antes era norma no comentar nada de la comida o de la bebida, pero ahora resulta maleducado no decir algo agradable sobre lo que se ha servido.Sobre las conversaciones en la mesa, ya no resultan tabú los temas del servicio -del que cada vez se habla menos-, religión, sexo o política, siempre que no se ofenda a uno de los presentes, pero hay que evitar las conversaciones de sobremesa que se centren en la pornografía. Un invitado con buenos modales siempre le preguntará a su vecina en la mesa: «¿Qué es lo mejor que le ha ocurrido hoy?», aunque otras frases útiles pueden ser: «Que mes de diciembre más frío tenemos». «¿Si no estuviera usted en Inglaterra, dónde le gustaría estar?», o « He oído que se va a Grecia durante tres semanas, ¿qué libros lleva consigo?».

Las mujeres ya no tienen que hacer una reverencia, sino tan sólo inclinar la cabeza, ante un miembro de la familia real británica, pues las nuevas modas dificultan la antigua operación. Si uno ha sido invitado a cenar con la reina de Inglaterra, lo correcto es escribir una carta de agradecimiento al jefe de su Casa Civil, pero si uno prefiere escribir directamente a la soberana, la carta debe abrirse con un «Madame, con mi humilde deber» y cerrarse con «tengo el honor de ser el súbdito y servidor, humilde y obediente, de su majestad». En cuestión de cartas, ya no se utiliza nunca el papel de luto.

A pesar de estos drásticos cambios, los británicos siguen manteniendo sus buenos modales, inspirados por su clase alta. Por ejemplo, no hay que confundirse y servir la leche antes que el té, o llamar a las servilletas serviettes en vez de napkins.

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