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El líder laborista israelí salió vencedor en el debate Beguin-Peres

ENVIADO ESPECIALEl líder de oposición laborista israelí, Shimon Peres, obtuvo ayer una ligera ventaja en el debate que le opuso a Menahem Beguin, primer ministro y dirigente de la coalición conservadora Likud, según los trescientos periodistas, en su mayoría extranjeros, que asistieon a la grabación de la emisión.

Dos millones de telespectadores siguieron anoche el agrio "cara a cara" Beguin-Peres, punto culminante de la campaña electoral para los comicios legislativos del próximo 30 de junio, y cuyo impacto es considerado como decisivo por las dos principales formaciones políticas israelíes.

Tanto el Likud como los laboristas dieron a conocer, después de la retransmisión del debate, sondeos contradictorios sobre cuál de los dos contrincantes había vencido a su rival. El debate, en el que los dos adversarios se dirigieron tan sólo una vez la palabra, consistió en responder a siete preguntas relacionadas con la instalación de misiles SAM desplegados por Siria en Líbano, el ataque aéreo israelí contra la central nuclear iraquí de Tamuz, y el porvenir de los territorios ocupados, concretamente Cisjordania.

Ni Beguin ni Peres formularon ideas nuevas, limitándose a exponer las ya conocidas. El jefe del gobierno empezó por recordar que dejará "el tiempo necesario para que los esfuerzos diplomáticos de Estados Unidos puedan desactivar la crisis de los misiles" pero, "en caso de fracasar, la cuestión será resuelta por, cauces militares",

El líder laborista discrepó al, afirmar que "el peligro de los misiles pudo ser resuelto con una diplomacia discreta" y atacó duramente a Beguin sobre la fecha elegida para bombardear Tamuz.

Los laboristas aseguran que el reactor nuclear experimental no iba a ser activado hasta setiembre, pero el primer ministro ordenó destruirlo el 7 de junio por motivos electorales.

A propósito de Cisjordania, Peres hizo hincapié en la necesidad de "evitar que Israel sea amenazada por fuerzas hostiles" pero, al mismo tiempo, "no se debe integrar a 1.300.000 árabes (habitantes de los territorios ocupados) en el estado de Israel porque esto equivaldría a convertirlo en un estado binacional y significaría el fin del sionismo".

Beguin replicó diciendo que "la solución laborista consiste en regalar Cisjordania al rey Hussein de Jordania, para que se la entregue al líder palestino Yassir Arafat".

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