Decepcion en Marruecos por la falta de reacción oficial tras los sucesos de Casablanca
La ausencia de medidas concretas en el discurso radiotelevisado del rey Hassan II de Marruecos puede crear un sentimiento de decepción entre la población, tras la ola de descontento que culminó, el pasado sábado, con los trágicos incidentes de Casablanca, en los que, según cifras oficiales, 66 personas perdieron la vida.
Algunos esperaban que el rey hubiese anunciado el miércoles decisiones espectaculares, como la dimisión del Gobierno o un reajuste del mismo. Mientras tanto, ayer seguía en pie el importante dispositivo de fuerzas militares desplegado en ¡a capital económica del país.Días atrás circularon rumores de que el Gobierno marroquí iba a dimitír. Esta renuncia había sido planteada el domingo pasado por el partido comunista. Pero si Hassan II ha evitado atacar en su discurso a la Confederación Democrática del Trabajo (CDT) y a la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP), que desde la Prensa oficiosa han sido responsabilizados de los incidentes de Casablanca, no ha abierto ninguna puerta al diálogo, tal como había solicitado el órgano de la Agrupación Nacional de Independientes, en el poder.
La oposición socialista ha reclamado en el Parlamento la creación de una comisión investigadora sobre los incidentes de Casablanca, demanda que ha sido rechazada. Esto provocó ayer la protesta de la USFP, que recuerda que desde el sábado último "la Prensa extranjera ha sido censurada, prohibida su venta y los periodistas que se trasladaron a la citada ciudad vieron entorpecida su labor". Esta última frase hace alusión a la requisa de material fótográfico y filmado-sobre los motines.
Aunque han sido puestos en libertad algunos dirigentes políticos y sindicales de la provincia, militantes de estas mismas organizaciones han empezado a comparecer ante los tribunales, acusados de alterar el orden. En total, permanecen encarceladas unas 180 personas.
A pesar de esta situación, la oposición socialista va a circunscribir su acción al ámbito parlamentario. Sin embargo, esta actitud conciliadora de la USFP contrasta con el ambiente en las calles de Casablanca, donde la presencia de fuerzas, militares sigue siendo ostensible. Aunque los blindado han desaparecido, efectivos del Ejército y la policía controlan los puntos estratégicos de la ciudad. Además, numerosos camiones llenos de soldados permanecen estacionados en los barrios populares, listos para intervenir.
El diario L'Opinion dice que "el objetivo de los agitadores de Casablanca era claro: apartar al pueblo marroquí de su combate legítimo en defensa de su integridad territorial". "No se trataba de ejercer un medio de presión política", continúa el citado diario, "sino de apuñalar al país por la espalda, en el momento en que nuestro pueblo libra la gran batalla por nuestra unidad nacional".
Similares comentarios aparecen en toda la prensa marroquí y declaraciones condenatorias en tono enérgico fueron hechas públicas por los partidos y organizaciones políticas. El Partido Istiqlal, el Movimiento Popular Democrático y Constitucional y la Agrupación Nacional de los Independientes expresaron su más enérgica condena.
En la calle, las reacciones al discurso de Hassan II son variadas. Si algunos comentan que el monarca no ha dicho nada sobre los incidentes, otros piensan que, por el momento, lo que importa son las propuestas sobre el Sahara que el rey va a hacer en la cumbre panafricana de Nairobi. A la decepción de quienes daban por seguro el anuncio de medidas importantes, se contrapone el sentimiento de que el problema de la ex colonia española es, actualmente, una prioridad nacional.
Esto no es compartido por la oposición socialista, que considera necesario separar los problemas internos de los exteriores. El rey, en su discurso, supo vincularlos hábilmente.
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