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El Rey bromeó con el brazo en cabestrillo en la fiesta de su santo

El rey Juan Carlos celebró ayer su onomástica con una magna recepción en los jardines del Campo del Moro, del palacio de Oriente, a la que asistieron más de 2.000 personas, representantes todas ellas de los medios políticos, culturales, económicos, sociales, informativos y de la Administración del Estado.

Con una agradable temperatura se inició, a las 20.30 horas de ayer, la recepción que el rey Juan Carlos ofrece anualmente en el día de su santo. El Monarca, con uniforme de capitán general del Ejército de Tierra de gala y de verano, llegó a la puerta sur del Campo del Moro acompañado de la reina Sofia. El Rey, con el brazo izquierdo en cabestrillo, escayolado y con varias marcas en la mano derecha y en el rostro, huellas de su accidente del pasado domingo, no dejó de sonreir y de bromear sobre este incidente en las conversaciones que mantuvo con sus invitados, y que se iniciaron con el Gobierno en pleno. Seguían los altos cargos militares y civiles de la Administración del Estado, del cuerpo diplomático acreditado en Madrid, y, finalmente, toda una amalgama de invitados, entre los que figuraban empresarios, políticos, periodistas, miembros de la nobleza, jerarquía eclesiástica y personalidades del mundo de la ciencia y de la cultura.Don Juan Carlos comentaba su estado de salúd, por el que se preocupaban constantemente todos los asistentes, con auténtico optimismo y bromeando: «No os preocupéis, tengo siete vidas, como los gatos», diría el Monarca, mientras le proponía a un periodista ilustre: «Te echo una carrera para que veas como estoy». La Reina, sonriente, con un traje blanco bordado en el pecho con ramas en verde, negro, naranja y amarillo, haciendo juego con los pendientes y el collar de pedrería que llevaba, añadía:

«¿Por qué no podría pasarnos a nosotros un accidente de este tipo?». La reina reconocía que pasó un buen susto, pero que todo estaba ya lejano.

En las conversaciones bilaterales y múltiples de la recepción, dos temas centrales. La última intentona de De Ynestrillas, y la crisis de UCD. «¿Qué planeaban exactamente De Ynestrillas y los suyos?». No había respuestas entre los responsables inmediatos del tema, que optaron por la evasiva. El ministro Oliart abandonó con una cierta urgencia la recepción, «para que todos estéis tranquilos aquí, marcho ahora mismo al Cuartel General del Ejército», decía el titular de la cartera militar. Comunistas y socialistas también se interrogaban sobre el momento. Felipe González estaba ausente, y Guerra, como de costumbre, no asiste a estas recepciones. Santiago Carrillo, sonriente y satisfecho por los resultados de Francia y la presencia de comunistas en el Gobierno de Mitterrand: «Es bueno, porque mejorarán los comunistas franceses y sirve de ejemplo. Voy pronto a ver a Berlinguer a Roma, y luego a Mitterrand a París».

Calvo Sotelo también confirmó que estará en París el día 2 para hablar con Mitterrand: «Sólo unas horas, y, posiblemente, saliendo de Santander». El presidente llevaba la preocupación en el rostro por el momento actual y la crisis de su partido, segundo tema de debate de la fiesta real. Herrero de Miñón, con aire molesto, Fernández Ordóñez recibiendo felicitaciones sonriente y el duque de Suárez, acompañado de su esposa, Amparo, discreto en una parte de la recepción, moreno y bromeando, convertido en el número dos en expectación, naturalmente, tras el Rey.

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