El deber de pagar

Es grave en materia fiscal el peligro de que «la crítica, y aún más, la autocrítica» desaforada, me permito añadir a las claras ideas de Alejandro Rebollo (EL PAIS, 16 de junio), nos incite a agarrar cualquier excusa para adormecer nuestro deber de contribuir al mantenimiento de hospitales, de escuelas, de tribunales y de tantas y tantas cosas que necesitamos cada vez más y mejor.Existen muchísimos españoles, y es alentador comprobar cómo su número aumenta fuertemente, que declaran la verdad porque sienten la patria. en su corazón, sin banderías ni falsas disculpas. Otros muchísimos también cumplen con su deber porque, aunque quisieran defraudar, no pueden; son, por ejemplo, los cientos de miles de funcionarios y de empleados por cuenta ajena -y suman millones- cuyos control es fácil y casi perfecto, para los que jugar con el fisco es insensatez abocada a la sanción.

Lo mismo el actual ministro de Hacienda, tan popular, por cierto, a pesar de ese impuesto sobre la renta que acabamos de pagar, como el anterior ministro, con su aldabonazo a la conciencia fiscal, han fomentado una nueva cara de nuestros deberes ciudadanos y creo sinceramente que en el sentido positivo que el señor Rebollo pide en su artículo «La confusión y el deber de contribuir». A todos, y a los medios de información en especial, nos toca subrayar nuestro orgullo -¿acaso no es una fibra muy española?- de haber cumplido con sacrificios el deber de contribuir. La presión fiscal es ya bien fuerte para tolerar la mueca desagradable -sonrisa cómplice querrían que fuese los defraudadores- con que aún algunos razonan sus comentarios fiscales./