La Fundación

Ya

El subsecretario del ministro de la Presidencia, don José Bautista Terceiro, ha salido en la Prensa -una de sus pocas intervenciones- asegurando que don Pío Cabaníllas, su ministro, no tiene nada que ver con la llamada Fundación para la Democracia y el Progreso, esa tertulia política nonata que está dando tanto que hablar durante la gestación. Y ha dicho más el señor Terceiro. Ha dicho que los partidos políticos «ya no ilusionan ni, digamos, erotizan a este país». ( ... )Los partidos no tienen por qué erotizar al país, por mucho político que se le dé -por ejemplo, ahora, con motivo del aniversario del 15 de junio- Lo que dudamos es que la Fundación lo haga. Una amalgama ideológica como la que se está gestando no puede terminar más que en tertulia. Y ojalá sea sólo eso. Lo malo es que estamos viendo cómo lo novedoso de la concepción puede distraer fuerzas de los partidos políticos y sembrar todavía más confusión entre el electorado. Y eso es malo. La afirmación de que el grupo se va a nutrir de gentes que no quieren etiquetarse políticamente es tan floja que no hay más que ver quiénes son sus promotores. El que no tiene la etiqueta, la ha tenido; el que no tiene cargo en la Administración, ha estado hasta hace bien poco en ella.

Que no se engañe una vez más a la opinión pública. La Fundación es, en efecto, una plataforma, pero su objetivo, como suele suceder en todos estos casos, es el poder. Y, de paso, la división. Crear alternativas elitistas frente a la condición masiva de los partidos es quitar vertebración al sistema político que, mal o bien, está sosteniendo la democracia. Lo justo sería salir a la palestra con la verdad por delante y decir, de una vez, que se trata de formar un nuevo partido, el radical o el que sea, para que nadie se llame a engaño. El que un buen puñado de los componentes del núcleo inicial de la Fundación sean diputados es un síntoma más que suficiente para medir el peligro que acecha a las formaciones parlamentarias. ( ... )

Que grupos como la Fundación se constituyan en alternativa de los partidos políticos, un poco lánguidos, es cierto, augura un triste futuro para la democracia española. Esté o no esté don Pío Cabanillas en el tema. O por eso precisamente.

13 de junio.