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Crece el interés de las empresas por las sindicaciones en pesetas con interés variable

Pese a la mezcla de expectación y tensiones originadas en algunos medios bancarios por la culminación con éxito del crédito concedido a Sevillana de Electricidad en el área del Matrid Interbank Offered Rate (Mibor), la consolidación de las operaciones a largo plazo en pesetas y a interés variable en el mercado interbancario madrileño, parece ser un hecho irreversible y, en cualquier caso, es tan sólo una cuestión de muy poco tiempo, según opinión generalizada de los medios del sector consultados por EL PAIS.

En estos momentos, y pese a las reticencias iniciales de algunos sectores de la gran banca española, se están gestionando varios créditos multimillonarios en esta modalidad y su dirección corresponde no sólo a las entidades extranjeras, particularmente interesadas en la apertura de esta nueva vía de financiación para sus posibilidades de expansión, sino que entre ellas también se encuentran varias entidades nacionales.La consolidación de este mercado, en cualquier caso, se considera un hecho ciertamente positivo en las altas instancias económicas y monetarias del país, cuya preocupación por la modernización y agilización del sistema financiero español va parejo con la necesidad de encontrar dinero barato y a plazos de amortización razonables para el elevado número de empresas privadas y estatales que requieren fuertes inversiones en maquinaria y bienes de equipo para volver a ser competitivas.

Las prisas por consolidar este tipo de operaciones se han acentuado en los últimos meses debido a la carrera alcista de los tipos de interés exteriores y de la enorme fortaleza del dólar, hechos coincidentes que ha provocado un retraimiento sin precedentes en las salidas en pos de financiación exterior por parte de las empresas tradicionalmente activas en los mercados internacionales.

La búsqueda de financiación privada en el interior, donde los tipos están más bajos y donde el exceso de liquidez parece confirmarse tras un primer trimestre en el que se ha producido un cierto retraimiento en la demanda de crédito tradicional, siempre se ha visto dificultado por la estrechez del mercado, especialmente por culpa de los cortos plazos a los que se concede el dinero.

En estos momentos, por lo menos cinco bancos extranjeros se encuentran con mandatos de varias empresas españolas, algunas filiales de compañías multinacionales, para preparar créditos en pesetas a largo plazo. Entre ellas hay que citar las operaciones de Hidroeléctrica Española, medio adormecido tras el conflicto de Sevillana, Unión Eléctrica y dos compañías del sector de automoción. Asimismo, dos concesionarias de autopistas, e incluso alguna empresa industrial con participación estatal, estaría gestionando con bancos españoles y extranjeros operaciones de este tipo.

Muchas de estas actividades, según han informado a EL PAIS fuentes del sector, tan sólo están a la espera de que se haga pública una de ellas para materializarse. La razón de esta espera se debe al temor de que la segunda operación de este tipo en lo que va de año levante el mismo resquemor o reticencias que produjo el crédito a Sevillana en ciertos grupos bancarios españoles tradicionales.

Otras fuentes, sin embargo, indican que estas reticencias habrían sido exageradas en algún momento. La banca española, declaró una fuente habitual, no se opone a este tipo de créditos a interés variable. Lo que realmente le preocupa es que sea la banca extranjera quien los controle casi exclusivamente.

Esto parece rigurosamente cierto en el caso del crédito a Sevillana, que, según algunas fuentes, estuvo a punto de costarle el puesto a su presidente. Un gran banco nacional, con una sabrosa participación accionarial en la eléctrica, se opuso tenazmente a la operación, pero sólo porque dicha institución no figuraba en la dirección del crédito, haciéndolo, sin embargo, una entidad neoyorquina, el Chase Manhattan Bank.

Pero la opinión del citado banco no era compartida por todo el sector, como lo demuestra la participación en el mismo de dos importantes entidades españolas: el Banco de Vizcaya y varias sociedades de crédito del grupo del Popular.

La situación exterior

Sea como sea, el desarrollo del mercado interbancario madrileño, en lo que respecta a los créditos a interés variable, parece ser consecuencia inmediata de la necesidad de expansión de la banca extranjera instalada en España, que en sólo dos años de presencia plena en este país parece haber encontrado un techo legal a su capacidad de acción.Asimismo, la misma fórmula de la sindicación en peseta se presenta como una alternativa viable a los créditos sindicados en divisas, mecanismo que ha supuesto, durante los dos últimos años, una de las principales fuentes de financiación de las empresas españolas.

En el curso de los últimos meses, sin embargo, los tipos de interés en el euromercado, espoleados por la subida del prime rate en Estados Unidos, han llegado a ser superiores a los españoles en dos y tres puntos, lo que ha encarecido notablemente estos créditos. La depreciación de la peseta ha supuesto, además, un factor de incertidumbre en las operaciones realizadas en divisas, ya que el riesgo del tipo se ve acompañado del interrogante del cambio.

La contracción de este mercado, a juzgar por las fuertes salidas en el primer trimestre del año, en el que se llegaron a cerrar hasta operaciones por un importe superior a los 3.000 millones de dólares, puede ser precisamente una medida de precaución por parte de las empresas. Según opinión de los expertos, muchas compañías estarían retrasando sus salidas al exterior en espera de una eventual baja de los tipos y de una estabilización eventual de la peseta frente al dólar, hechos estos que podrían producirse a finales de año.

En cualquier caso, el retraimiento registrado en la financiación exterior podría convertirse, a medio plazo, en un nuevo interrogante para los resultados del sector exterior durante 1981. El pasado año, las fuertes salidas privadas y estatales, que totalizaron más de 9.000 millones de dólares, ayudaron singularmente en la financiación del fuerte déficit por cuenta corriente que registró la economía española y que llegó a acercarse a los 4.500 millones de dólares.

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