El único aspecto desagradable

de la cordial reunión familiar que anoche mantuvo, en un restaurante de Madrid, el presidente Leopoldo Calvo Sotelo con su pariente, el dramaturgo Joaquín Calvo Sotelo, fue la molesta presencia de una lámpara de diseño italiano con la que rozó la testa el jefe del Ejecutivo cuando éste se disponía a abandonar el local. Bebió vino de la casa y mostró toda su capacidad de sonrisa a los espontáneos que acudieron a saludable, mientras él comía en el restaurante El Amparo, de Madrid; entre tanto, en el propio lugar, escoltas del presidente procuraban que esa sonrisa fuera más confiada. En la calle, una discreta vigilancia denunciaba la presencia de un personaje que en tal restaurante resultaba una novedad; aquí suele comer el Rey. No hubo constancia de que la cena de anoche fuera abonada por Calvo Sotelo, pero dio la impresión de que el pago se mantenía en el ámbito de su familia.