Concluye en Roma la "cumbre" de la Iglesia centroamericana
Con una condena de la tortura y la violencia presentes en algunas repúblicas centroamericanas, y la orden dada por el arzobispo de Managua, Ovando Bravo, para que dimitan los sacerdotes que ocupan cargos políticos en Nicaragua, se clausuró ayer la reunión de obispos y religiosos sobre la Iglesia en América Central.Juan Pablo II no ha ocultado su preocupación por la situación vigente en el área centroamericana, donde la Iglesia está jugando un importante papel político: en Nicaragua son dos los sacerdotes con cargo de ministros y en El Salvador y Guatemala es conocida la presencia de religiosos, sobre todo de jesuitas, en la lucha contra los respectivos regímenes. En diciembre pasado, la jerarquía nicaragüense publicó un ultimátum a los sacerdotes con cargos políticos para que dimitieran antes del día 31. Los afectados respondieron que no lo harían hasta que las circunstancias no permitieran un relevo conveniente. Fuentes cercanas a estos sacerdotes han informado a EL PAIS que no obedecerán la orden de Ovando Bravo.
La reunión estaba presidida por el cardenal Sebastián Baggio, que, junto a Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), mantiene la postura de un abandono inmediato de las posiciones políticas de los religiosos comprometidos. Además de los presidentes de las conferencias episcopales de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, también han participado los superiores generales de jesuitas, franciscanos, dominicos, salesianos y hermanos maristas.
La cumbre eclesiástica parece haber recomendado una más estrecha vinculación pastoral de los religiosos con los obispos locales, en orden precisamente a terminar con la presencia política de sacerdotes y religiosos.
El tema de la reunión seguirá tratándose en días sucesivos, aunque no se ha especificado quiénes participarán.
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