Euforia en Israel por la destrucción del reactor atómico iraquí
Unanimidad nacional en Israel para felicitar por su arrojo a los pilotos que han destruido el reactor nuclear iraquí. Unanimidad también en el alivio sentido por los israelíes de ver que la amenaza atómica, representada por la famosa bomba árabe-islámica, si no desaparece totalmente, sí al menos retrocede en el tiempo.En una conferencia de Prensa celebrada ayer por la Larde, el primer ministro Beguin inició una campaña mundial de explicaciones con la frase «No tengo ningún motivo para excusarme. Sadam Hussein», siguió, «quería destruir a nuestro pueblo y nosotros no podíamos sino impedir el desarrollo de una bomba del tipo de la de Hiroshima. que habría podido causar 60.000 muertos... ».
La Prensa israelí cita con complacencia los comentarios de expertos militares occidentales, admirados ante «la precisión y elegancia» del bombardeo, bombardee posible gracias a un trabajo de información previa.
En Jerusalén se destaca que las protestas y condenas oficiales occidentales por la operación israelí «no corresponden necesariamente a los sentimientos reales de los Estados mayores de estos países». Los medios gubernamentales israelíes rechazan con indignación las críticas internacionales a la destrucción del reactor iraquí de Tammuz.
La única nota discordante en medio de la euforia fue que la mayoría de los responsables de la oposición laborista consideraron ayer que la orden de ataque dada por Beguin obedece a motivos electorales.
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Editorial en página 10
La Prensa israelí apoya en general, la decisión de atacar adoptada por Beguin
Viene de primera páginaLa presidencia del Consejo había calificado horas antes de «hipócritas» las afirmaciones de que el reactor iraquí estaba destinado a usos pacíficos y controlado estrictamente a nivel internacional.
«Todo el mundo sabe de qué sirven los controles cuando un país está decidido a vulnerarlos. ¿Cómo tantos crédulos pueden acudir en socorro de Irak cuando el presidente de este país, Saddam Hussein, ha declarado y repetido que el reactor no estaba dirigido contra Irán, sino exclusivamente contra el enemigo sionista»?, preguntó retóricamente el primer ministro.
La Prensa israelí comparte en general estas tesis. «Otros pueblos pueden contentarse con la firma, por Irak del Tratado de No Proliferación de armas atómicas..., pero para nosotros no basta», escribe el diario nacionalista e independiente Maariv. «Todas las críticas internacionales no pueden cambiar el hecho de que el bombardeo efectuado por nuestra aviación era un acto de legítima defensa para destruir un reactor atómico destinado a arrasar Israel», añade.
El Jerusalen Post, independiente y liberal, considera que Israel no podía hacer depender su supervivencia de la «capacidad del buen sentido y la honestidad del presidente iraquí y del equilibrio de la balanza de pagos francesa».
Los periódicos de la oposición, sin embargo, Davar (laborista), Al-Hamishmar (izquierda laborista) y el influyente diario independiente Haaretz muestran sus reservas y se preguntan si el precio diplomático y político que Israel deberá pagar va a merecer la pena.
Según Haaretz, la operación israelí contra el reactor de Irak «crea un precedente peligroso en el que los enemigos de Israel podrán apoyarse para destruir el Estado hebreo». Al-Hamishmar teme que el bombardeo de Tammuz desemboque en un «aislamiento sin precedentes» de Israel en el mundo y permita a sus enemigos unirse para preparar mejor, una nueva guerra contra el Estado hebreo.
Se sabe que no todos los ministros han aprobado hasta ahora la decisión de Beguin de lanzar la aviación contra el reactor iraquí. Estos ministros minoritarios -entre ellos el viceprimer ministro Igal Yadin y el doctor Burg, ministro del Interior- temen también las repercusiones negativas de la Operación Osirac en las relaciones con Egipto.
El presidente Sadat ha sido acusado ya en el mundo árabe de haberse entrevistado con Beguin cuando estaba dada la,orden de atacar el reactor atómico. ¿Sadat fue cómplice de Israel o fue solamente utilizado por Beguin? Esa es la pregunta que se hacen hoy en las capitales árabes.
Otras consecuencias negativas posibles que se barajan en Jerusalén son:
1. El presidente Saddam Hussein podrá utilizar como pretexto el bombardeo israelí para llamar a una guerra santa panislámica contra Israel, retirar sus tropas del Juzestán y terminar así honrosamente la impopular guerra con Irán.
2. El mundo árabe, humillado profundamente por esta nueva operación relámpago israelí, puede decidir la puesta en marcha de un proyecto nuclear panárabe, financiado conjuntamente por Arabia Saudí, Irak, Argelia y los Emiratos.
Ya el diario saudí Al-Riaydh ha escrito: «La operación israelí no asegura la paz al Estado hebreo y no significa que el mundo árabe se encuentre en adelante a merced de Israel». Incluso el periódico egipcio Al-Ghumurriya dice que al atacar sin haber sido provocado el reactor nuclear irquí, el Gobierno de Beguin proporciona a los árabes «la excusa y la justificación para atacar Israel».
Ninguna de estas condenas y críticas, sin embargo, cambian para nada la euforia en la que están sumergidas las masas israelíes, una euforia de la que espera aprovecharse Beguin en las elecciones parlamentarias del 30 de junio.
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