Día tras día,
mes tras mes, año tras año, vamos almacenando amargamente la esperanza de la libertad de expresión, porque vemos cómo las incipientes novedades informativas, que no van más allá del tratamiento independiente de la información cotidiana, se mutilan nada más aflorar.Hace tiempo, era una agradable sensación echarte en la cama para descansar y conectar la radio para escuchar a Iñaki Gabilondo. Cuando entró a formar parte de Televisión Española y le nombraron director de los servicios informativos, me dije que seria un chiste de humor negro de alguien que nos quería tomar el pelo. Y, desgraciadamente, no me he equivocado. Cuando vi el programa sobre el paro en Andalucía y la opinión del director ante la manipulación del programa sobre la OTAN comenté con mi esposa que la cosa empezaba a marchar.
Los que con satisfacción hemos estado comprobando visualmente su independencia y rigor informativos, vemos que cabalga de nueve el siniestro jinete del que dice poseer siempre la razón. /
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