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"Los modelos sindicales europeos no son exportables al Tercer Mundo"

Para Jan Kulakowski, secretario general de la Confederación Mundial del Trabajo (CMT), los sindicatos no pueden tener como objetivo prioritario la oferta de servicios a sus afiliados ni estancarse en defender sus intereses inmediatos olvidándose de los objetivos a más largo plazo. Esta actitud, según el secretario general, de lo que se ha denominado «la internacional cristiana», viene provocada por la actual crisis mundial y la estrategia de Gobiernos de corte dictatorial que pretenden vaciar de contenido la acción sindical.

La CMT, cuya calificación de internacional cristiana es rechazada por Kulakowski, tiene -«y de ahí esa denominación», matiza- su origen en el sindicalismo cristiano, cambiando en el año 1968 su concepción y optando por un sindicalismo pluralista, basado fundamentalmente en la independencia de otras fuerzas políticas. Su implantación se encuentra localizada sobre todo en los países del Tercer Mundo, que aporta diez millones de los quince millones de afiliados a la CMT.Las cifras son, sin embargo, estimativas. «El sindicalismo en los países del Tercer Mundo», dice Jan Kulakowski, «es completamente distinto en su concepción del que conocemos en Europa. No se puede hablar de cotización, porque es un sindicalismo de movimiento y no de organización». Es un sindicalismo, según sus palabras, que está buscando su existencia y por ello, añade, «los modelos sindicales europeos no son exportables al Tercer Mundo».

Este es precisamente uno de los errores que el secretario general de la CMT señala a la hora de que las organizaciones internacionales se enfrenten al fenómeno sindical de estos países. «No podemos empeñarnos en intentar modelos iguales a los nuestros», dice Kulakowski, «ni podemos plantearnos nuestra colaboración con los movimientos sindicales en forma distinta a la cooperación y al intercambio de ideas e informaciones». En este sentido, cita como ejemplo el caso del sindicalismo español del franquismo. «Lo que importaba entonces era consolidarse, demostrar la existencia de un sindicalismo distinto al oficial y no se luchaba por reivindicaciones concretas especialmente, sino por ese reconocimiento».

Al hablar del caso de Polonia y el sindicato Solidaridad, Kulakowski, subraya que se trata de un sindicalismo que se sale de todos los esquemas. Para el dirigente sindical, de nacionalidad polaca, el movimiento sindical iniciado por Walessa demuestra «el afán de los trabajadores por conseguir un sindicalismo independiente, libre de ataduras de partidos y Gobiernos», y supone una llamada hacia países con regímenes totalitarios.

Es necesaria la independencia

La necesidad de la independencia de los sindicatos es una constante en Jan Kulakowski, «porque su ausencia», dice, «es una señal de debilidad en el movimiento sindical». Para el secretario general de la Confederación Mundial del Trabajo, los intereses de los trabajadores deben estar por encima de los de los partidos. «Y en ello», agrega; «se basa nuestra defensa de un sindicalismo independiente. Ningún sindicato puede defender a los trabajadores con entera libertad, si, al mismo tiempo, está siguiendo políticas de su partido. En demasiadas ocasiones existe una contradicción entre los intereses de los trabajadores y lo propugnado por cada fuerza política».Reconoce, no obstante, las dificultades de supervivencia de un movimiento sindical independiente y tampoco ve muy claro en qué forma debería el Estado apoyar los movimientos sindicales de uno y otro signo. Aunque existen sistemas en otros países que han resuelto de una u otra forma estos temas, «lo cierto es que, indudablemente, pueden llegar a coaccionar la libertad de acción de los sindicatos».

Ello se agrava, además, cuando los sindicatos se ven obligados a suplir prestaciones de servicios propias de los poderes públicos. Papel que, a su juicio, no deberían realizar los sindicatos de forma prioritaria. «La idea de un sindicalismo de servicios es europea y se mantiene como forma de afiliación. Pero el sindicalismo no tiene ese papel. La asistencia a los trabajadores debe ser asumida por el aparato de gobierno ».

Sin embargo, Kulakowski asegura que «esto no quiere decir que el sindicato no haya de prestar servicios, pero el hacerlo de forma individual supone una desviación de su papel».

Jan Kulakowski, que ayer participó en el secretariado confederal de USO, que, junto a ELA-STV, forma parte de la CMT, señala que su apoyo a esta central viene de esa independencia exigida por la Confederación Mundial del Trabajo a sus organizaciones afiliadas.

«USO», dice «debe participar en la OIT. Es un derecho de las minorías que hay que respetar. Sobre todo si tenemos en cuenta que, en otros países, sindicatos con menos grado de representatividad están presentes. En cualquier caso, la CMT asume la defensa de este derecho y sería muy triste que USO tuviera que participar a través de nuestra organización, situándose al mismo nivel de sindicatos represaliados por sistemas políticos autoritarios».

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