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Entrevista:

Areilza: "El Consejo de Europa es el guardián de las libertades democráticas"

José María de Areilza, conde de Motrico, puede ser elegido presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en el curso de la votación secreta que se celebrará el próximo lunes para la renovación de la citada presidencia. Areilza, diputado de Coalición Democrática, embajador de España y ex ministro de Asuntos Exteriores, es candidato por parte del llamado Grupo Demócrata Europeo, en el que se incluyen partidos conservadores de Europa occidental. El gaullista francés Jean Valleix y el democristiano maltés Vincent Tabone son los otros dos candidatos a la presidencia que participarán en las votaciones del lunes, y en las que Areilza cuenta con el apoyo de todos los parlamentarios españoles, de los conservadores y algunos socialistas y democristianos.

En unas declaraciones a EL PAÍS, José María de Areilza afirma que el Consejo de Europa debe seguir siendo el guardián de la democracia y asegura que, si es elegido, buscará un mayor dinamismo de la Asamblea y una concertación mayor.Pregunta. ¿No ha perdido el Consejo de Europa importancia e influencia desde el nacimiento de las Comunidades Europeas?

Respuesta. No lo creo. El Consejo de Europa tiene su espacio político, que es más amplio que el de las Comunidades. Aquí están representados un total de veintiún países de Europa con instituciones democráticas, con la sola excepción, ahora, de Turquía. Y ya es muy importante que en este foro los veintiún países puedan intercambiar ideas, celebrar debates a través de representantes directos de los parlamentos nacionales y aprobar resoluciones que luego serán efectivas en su ámbito europeo.

Además, en esta Asamblea se incluyen países miembros de la CEE, de la Alianza Atlántica y naciones que no pertenecen a ninguna de estas dos instituciones por su específica posición neutral, como lo son Austria y Suiza, por ejemplo, y Finlandia, aunque esta nación tenga una situación muy peculiar. Otra de las características esenciales del Consejo de Europa está en su comisión de «países no miembros», destinada a mantener el contacto con aquellas naciones de Europa del Este que no tienen instituciones democráticas, pero que constituyen una parte importante, histórica y cultural, de este continente.

P. Desde la elección del Parlamento Europeo por sufragio universal, ¿se ha recrudecido una competencia de protagonismo entre esta institución y la Asamblea de parlamentarios, a cuya presidencia aspira usted?

R. Estrictamente no existe competencia entre ambos foros. Sí hay una cierta rivalidad, que se acentúa por el hecho de que disfrutamos en algunos momentos del mismo ámbito de trabajo. Es verdad que cuando el Parlamento Europeo se puso en marcha a través del sufragio universal directo, se habló mucho de que ello abriría paso a un proceso dinámico que acabaría arrastrando a una política de integración europea y que dejaría en la penumbra al Consejo de Europa. Pero los hechos han demostrado que, aunque el Parlamento Europeo quiere desempeñar un papel dinámico y preponderante en ciertas políticas, como la aprobación de presupuestos, que son simbólicas injerencias en los trabajos del ejecutivo comunitario, en muchas ocasiones existe el riesgo de enfrentamientos y de choques.

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Yo creo que, al final, lo que hay que conseguir es una concertación inteligente entre ambos foros. Hay que llegar a un reparto de funciones y actividades. Por ejemplo, nosotros tenemos acceso, a través de la OCDE, a un contacto permanente con Estados Unidos y Japón.

Credibilidad democrática

P. El Consejo estuvo reacio a adoptar una firme actitud contra la dictadura de los coroneles griego. ¿Se reproducirá esto con Turquía, en menoscabo de la credibilidad democrática de la asamblea?R. La asamblea de parlamentarios del Consejo debe, en mi opinión, adoptar decisiones con mayor rapidez en casos como el de Turquía. Creo que éstas son cuestiones que requieren urgencia y no parsimonia. Habría que buscar la manera de reunir de manera rápida la comisión permanente en el caso de que existan dificultades para contar con el pleno de la asamblea. El Consejo de Europa es y debe seguir siendo, de manera efectiva, el guardián de las democracias europeas.

Es cierto que en el tema de Turquía ha habido vacilaciones, pero ello se ha debido a que hemos querido escuchar a algunos de nuestros colegas turcos que han venido a explicar la situación. También una delegación de parlamentarios visitó Turquía, y recientemente, el presidente actual, De Koster, ha estado en Ankara y ha realizado un informe sobre el golpe turco, que será muy probablemente debatido en la semana entrante y objeto de una nueva misión investigadora de la comisión política del Consejo, que también habrá de estudiar el problema de las credenciales de los parlamentarios turcos.

De todas maneras, yo considero que hay que imprimir un mayor dinamismo a este tema, porque el secreto del Consejo de Europa está en que fue creado para la defensa de las libertades y la libertad es única e indivisible.

P. Quizá la falta de agilidad y de presencia del Consejo de Europa en los grandes temas internacionales se ha debido, entre otras cosas, a la escasa compenetración existente entre el comité ministerial y la asamblea parlamentaria y a la poca iniciativa del secretariado general. ¿No es cierta esta situación?

R. Es cierto que no ha habido una buena conexión entre el comité de ministros que tiene el poder ejecutivo y la asamblea que ostenta la iniciativa. Y es absolutamente necesario que esta conexión se realice y que se agilicen los trabajos del Consejo. Para ello, considero que en el plano parlamentario había que seleccionar con mucho cuidado los debates para no perder tiempo en cuestiones menores. Habría quizá que realizar una nueva interpretación del reglamento de esta cámara para darle un mayor contenido político a los debates en cuestiones de interés general, reduciendo los temas monográficos que llegan a la asamblea.

Yo creo que el relevo inminente en la presidencia del comité de ministros y en la de la asamblea constituye una buena oportunidad para reanimar el diálogo entre ambos organismos. Si yo salgo elegido en la asamblea me propongo abrir inmediatamente un diálogo con el presidente del comité de ministros y con el secretario general para conseguir un mayor dinamismo y una coherencia más amplia en el funcionamiento de las instituciones.

P. España es uno de los países más jóvenes en el Consejo de Europa, ¿cuál ha sido su aportación en los últimos años?

R. Creo que la aportación hispana ha sido muy importante. Primero, por el nivel de asistencia a los debates de la totalidad de los parlamentarios españoles, tanto en la asamblea como en las comisiones y distintos comités del Consejo. En los primeros debates, la aportación española ha sido muy importante y siempre en una línea liberal, democrática y muy firme ante los grandes temas que fueron objeto de discusión, como la invasión de Afganistán, relaciones Este-Oeste, etcétera.

Asimismo, es importante subrayar cómo España ha adoptado la carta de los derechos humanos y participa en los trabajos de la carta cultural y de la carta social. Por último, hay que señalar que España ha provocado con sus iniciativas que el Consejo se interese y profundice en la cuestión de la lucha contra el terrorismo internacional.

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