María del Mar Bonet: "Me gusta que la belleza sirva para sentirse alegre o capaz de soñar"
Esta noche, en el madrileño teatro Salamanca, la cantante María del Mar Bonet ofrecerá el último de sus tres recitales de presentación del último elepé, Jardí tancat (Jardín cerrado). La cantante mallorquina, una de las figuras máximas de la nova cançó, ve en el agua que recorría los jardines árabes la imagen perfecta de una belleza dispuesta a ser utilizada para cosas prácticas. Y traslada esa imagen al canto y a la vida en general.
No responde María del Mar Bonet, en la conversación privada, a cuanto uno pueda plantearle sobre materias más o menos polémicas. Responde a cuanto ella cree que subyace en cada una de esas preguntas. No responde tampoco a cualquier sugerencia de matiz. Responde o grita que todo o nada. No responde, en fin, cuando el acaloramiento se instala, sino cosas así: «Esa será tu opinión». Y uno opina, al término, que para qué demonios pretender salirse de una entrevista convencional.A lo mejor no hay en esa actitud, tan tensa de forma como sincera de contenido, nada más que una timidez resuelta en tono combativo. Sea como fuere, uno decide suprimir el ruido del combate dialéctico y mantener tan sólo lo puramente llano y descriptivo. Eso sí, tras advertirle a la cantante de ello y de la admiración que bien merece su labor sobre el escenario.
Pregunta. ¿Puede explicar, de entrada, la génesis de su disco más reciente?
Respuesta. A decir verdad, he estado preparándolo desde hace cuatro años. El origen fue cuando comencé a cantar La Balanguera, compuesta por Joan Alcover y Amadeu Vives, que prácticamente se ha convertido en el himno mallorquín. El personaje de la Balanguera pertenece a la mitología popular mallorquina; es una especie de bruja, emparentada con las Parcas. A mí me daba cierto miedo abordar ese hermoso tema, dado que antes lo habían cantado intérpretes del género lírico.
P. ¿Por qué el título que lleva el disco es Jardín cerrado?
R. Un poema de Miquel Ferrá se titula así. Yo no he podido incluir ese tema, puesto que no le he encontrado la música idónea. Pero quise mantener el título para el conjunto. Porque en ese poema aparecen los jardines como imagen de la felicidad. Y a mí me gusta esa imagen, impregnada del agua que circulaba por los jardines árabes. El agua que recorre tales jardines representa la felicidad máxima, consistente en aprovechar la belleza para las cosas prácticas.
P. ¿Pretende lo mismo con sus canciones?
R. Sí. Quisiera que su belleza sirviera para algo, aunque fuese para que el oyente se relajase, se sintiera alegre o capaz de soñar.
P. ¿Qué poetas mallorquines figuran en el nuevo disco?
R. Hay poemas de Joan Alcover Miquel Costa, María Antonia Salvá, Lloreng Riber y Miquel dels Sants. A mi juicio, hay muy buenos poetas mallorquines. Lo que ocurre es,que, durante mucho tiempo, se nos ocultó su existencia. Para hacer esa selección de ahora he contado con la ayuda de Damià Auguet. Para el aspecto rítmico he acudido a Lautaro Rosas. En lo orquestal, atento a recrear la atmósfera impresionista de finales del siglo pasado, ha vuelto a ayudarme Jacques Denjean. Yo he dirigido un poco, todo, e incluso me he preocupado de la portada. O_ sea, he procurado estar muy presente. Y creo que esto se nota.
P. Nadie pone en duda la calidad de su voz ni sus dotes interpretativas. Pero algunos tal vez deseasen que esa perfección se dejara invadir por un poco más de calor.
R. Lo que no quiero es crear una falsa imagen de apasionamiento.
El público también tiene mucho que ver con mi manera de cantar. Cada recital es una experiencia única. Yo he encontrado una acogida maravillosa en Alemania e Italia. En Valencia, el público es impresionante, directo, y me anima en seguida, me estimula. En Madrid, el público crea un clima de atención extrema. Y cantar en Mallorca me produce un respeto tremendo. Me recuerda la escena doméstica, cuando, por Navidades, cantaba ante mis padres. Yo me sentía cohibida, tenía que cantar detrás de una cortina.
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