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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Alteraciones psicológicas y sociales del desempleo

De todos son conocidos, pero fundamentalmente de casi dos millones de familias españolas, los efectos desastrosos que sobre sus recursos económicos provoca el paro. Ese mismo paro no sólo origina miseria y hambre, sino también unas graves alteraciones para la salud mental del individuo, que a veces hasta él mismo desconoce, dando por natural un organismo humano enfermo en el esfuerzo que realiza para adaptarse a una situación ambiental que ha violado cualquier ritmo biológico, físico, psíquico, cultural o social, propio y natural del individuo.El despido provoca enfermedad

El aumento de paro provoca un recrudecimiento de las alteraciones emocionales. Desde hace algunos años, un incremento, de los trastornos psíquicos, de las tendencias depresivas, de las afecciones psicosomáticas y de las tendencias al suicidio, examinadas dentro del colectivo de parados, demostró la inquietante veracidad de la afirmación arriba expuesta.

Recientemente, el doctor Dejours, médico del trabajo en la facultad de Medicina de París, manifestó que «el despido provoca casi siempre una alteración de la salud psíquica y mental del individuo despedido». Es desde esta afirmación que se empieza a ver y estudiar con fuerza, no sólo los efectos nefastos del exceso de trabajo sobre la salud física y psíquica (como hasta ahora venía ocurriendo), sino también un nuevo fenómeno: la investigación de los efectos dañinos del paro. «El peligro que representaba el trabajo descualificado es sustituido -Por el de la miseria y el de la amenaza vital».

Resulta difícil evaluar con cifras el peso real del paro; la Unesco estima el efectivo mundial de los parados en más de cincuenta millones, y en trescientos, millones el número de trabajadores subempleados. Sólo en España alcanzaremos pronto los dos millones de parados, si no hacemos algo para remediarlo. Estas cifras remarcan la gravedad d e los estudios realiza dos por el doctor Jacques Delivre, médico del trabajo en Longwy (Gran Bretaña), que demuestra cómo los parados sufren un conjunto de perturbaciones siempre marcado por un sentimiento pro fundo de inutilidad, de soledad y de angustia. «Este cuadro», dice, «se caracteriza por un estallido de los estados depresivos, una disminución notable de la capacidad de concentración y una fatiga que no es únicamente el tributo de los trabajadores que emplean su fuerza. Las perturbaciones del carácter y del comportamiento pueden acompañarse de tendencias toxi comaniacas o alcohólicas que agravan las dificultades familiares». Y sigue diciendo: «Estas manifestaciones de ansiedad y depresivas. se acompañan frecuentemente de un conjunto de manifestaciones somáticas: numerosas perturbaciones digestivas, úlceras, colitis, variaciones de la tensión arterial, cefaleas, insomnio, alteraciones de la piel, etcétera».

Ser ciudadano equivale a ser consumidor

También sería importante recordar que el paro ataca especial mente a la salud mental de los individuos integrados en un sistema económico basado esencialmente en la rentabilidad -como es el nuestro-, ya que el individuo es visto y se «vive a sí mismo» como menos rentable o como una lacra social. El hecho de no tener trabajo se transforma así en una situación anormal, es entonces que la alternativa «mendigar o robar» se transforma en una angustiosa realidad cotidiana.

Como dice Gordon Lawrence sociólogo de la Tavistock Instituto, de Londres, «los que trabajan se están sintiendo aterrados por el aumento del desempleo, mientras que los dos millones de parados se enfrentan con las repercusiones materiales y sociales de una sociedad en la que ser ciudadano es ser consumidor». Sin desprendernos de esta última afirmación, tendríamos que analizar las consecuencias graves que este aumento desmesurado del paro está teniendo sobre el comportamiento individual y colectivo del resto de los trabajadores en activo.

No debemos olvidar que gracias a nuestro trabajo el hombre se integra en nuestra actual sociedad, satisface sus necesidades de pertenencia y seguridad, adquiere la posibilidad de intercambiar bienes materiales. Estos intercambios son, a la vez, el soporte y la condición de la adaptación social.

En nuestra sociedad, al hombre y a la mujer se les exige una etiqueta profesional. A un hombre sin trabajo le es negada la cualidad social por la cual se le Considera solidario con los otros; si no tiene trabajo será visto como un inadaptado social, como un «sospechoso social» de no cumplir con un deber moral y social. Y así, el individuo experimenta un sentimiento. de eco, al cual se añade la impresión de ser, rechazado por la sociedad. Además de que se le aparecen o agravan las dificultades económicas.

Por todo lo expuesto, transforma el empleo en un desmesurado y preciado *tesoro» en una, época de crecimiento del paro. Nace el terror y el miedo a perderlo, la angustia por conservarlo «a toda costa», lo cual favorece un aumento del autoritarismo, de la arbitrariedad por ende.

Todo el ambiente social y de trabajo se ve de esta forma alterado. Un estado en estas condiciones no necesitaría derrumbar por la fuerza una democracia, que el propio ciudadano empieza a enterrar día a día por miedo.

Finalmente, va siendo hora de que, a la luz de estas líneas basadas en numerosos, trabajos científicos (algunos datan de 1938), empecemos a reflexionar y meditar hasta qué punto determinados actos de nuestra vida, considerados normalmente como naturales (tristeza, pena, mal humor, incomunicación, trastornos familiares, alcoholismo, drogadicción, suicidio,...) están influidos de forma absoluta por el trabajo, los bajos salarios, una mala vivienda, el paro, etcétera, o hasta por muchos otros factores de los que aún no hemos descubierto su relación- con lo que llamamos hoy día «nuestra forma de vivir». Descubrir esta relación de causa/efecto será de hecho, delatar a los culpables. Lo cual es uno de los primeros pasos necesarios para consolidar una fuerte democracia en paz y libertad.

Esta también es una forma de manifestarnos, en el Primero de Mayo.

José Fernández Noriega es médico del trabajo. Pertenece al departamento de salud laboral de UGT.

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