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Cuatro fracciones políticas irreductibles se disputan el domingo el voto de los franceses

Edgar Faure tiene 73 años, se casó por segunda vez hace algunos meses, fue presidente del Consejo de Ministros y ministro varias veces durante la IV República, ocupó también puestos ministeriales en tiempos del gaullismo, escribió novelas policiacas con seudónimo, habla múltiples idiomas, fue presidente de la Asamblea Nacional, es académico y senador y en la actualidad se define como «absolutamente gaullista» y «giscardiano razonable».Pregunta. ¿A qué responde hoy el gaullismo en Francia?

Respuesta. El gaullismo puede definirse de varias maneras, más generalmente puede significar un homenaje a De Gaulle, el hombre que fue capaz de analizar con clarividencia una situación dramática y de obrar consecuentemente a pesar de todas las resistencias. Por otra parte, la noción de gaullismo quiere decir rechazo de toda forma de alienación de las naciones, independencia nacional, desconfianza de los partidos políticos porque pueden deformar las reacciones de la opinión pública. Y, por último, el gaullismo representa un sistema institucional que garantiza la autoridad del Estado y la estabilidad del poder ejecutivo.

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P. ¿Cree usted que el giscardismo es un fenómeno que irá más allá del presidente Giscard d'Estaing?

R. Es imposible actualmente saber si, más allá del primer septenato de Giscard, una tendencia o una doctrina podrá justificar la utilización del término giscardismo. Se puede observar, en todo caso, que Giscard no se ha apartado de ninguna de las nociones que he citado como definitorias del gaullismo, pero las circunstancias históricas son diferentes.

P. ¿Se puede hablar de un gaullismo autoritario y de un giscardismo liberal?

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R. Esa oposición se debe sobre todo a una esquematización inspirada por el carácter de los personajes, por sus particularidades en la presentación exterior, etcétera. El general era tajante, pero admitía también la contradicción, y yo puedo testimoniar sobre ello. Giscard, por su lado, es menos impresionante de entrada, pero también es capaz de dar pruebas de autoridad.

P. ¿A qué se debe esa ruptura, insuperable aparentemente, entre el gaullismo y el giscardismo?

R. La ruptura está ligada esencialmente a la oposición entre las personas. Concretamente, esa ruptura se consumó en 1976 entre el presidente Giscard y el que era su primer ministro, Jacques Chirac. Pero la gran masa de electores que vota por la mayoría no establece mucha diferencia entre los candidatos gaullistas o giscardianos.

P. ¿Piensa usted que los gaullistas o giscardianos puedan crear una fuerza política con una parte de los socialistas, sobre todo si los comunistas perdieran influencia?

R. No me parece posible que el PS pueda colaborar con los partidos de la mayoría. El antagonismo entre la pretendida izquierda y la derecha, que tampoco se considera como tal, se ha acentuado durante el gaullismo y es un gran obstáculo.

P. En el caso de que Giscard fuese reelegido, ¿piensa usted que siete años más de giscardismo podrían suponer una prueba fatal para el gaullismo?

R. No entiendo por qué la reelección del presidente Giscard podría amenazar lo que se denomina gaullismo. En ese caso de siete años más de giscardismo, ni disminuiría la consideración de los franceses por De Gaulle " ni el presidente Giscard amenazaría las nociones esenciales del gaullismo ya enunciadas.

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