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Polémico debate en Siracusa (Italia) sobre la Prensa y la lucha antiterrorista

Los deberes informativos sobre el terrorismo, como cuestión por la que la Prensa ha de sentirse directamente concernida, y la necesidad, de que los periodistas sean fieles a su rol como defensores del pluralismo social, sin excluirse por ello de un combate amparados en una pretendida asepsia profesional, centraron los recientes debates de Siracusa sobre Medios de comunicación y terrorismo.Bajo los auspicios del Instituto Internacional de Criminología, de la Federación Italiana de la Prensa y de la Asociación Nacional de la Magistratura, en la ciudad siciliana de Siracusa se dieron cita durante los días 3, 4 y 5 de abril un centenar largo de profesores universitarios, periodistas, magistrados y otros expertos gubernamentales y de las fuerzas encargadas de la lucha antiterrorista.

Junto a la representativa y mayoritaria delegación italiana, se sumaban otras más reducidas de Francia, Estados Unidos y España, además de los observadores del Consejo de Europa.

Parafraseando a sir Winston Chruchill cuando dijo de los pilotos de la RAF que libraron la batalla de Inglaterra aquello de «nunca tantos han debido tanto a tan pocos», el ex ministro francés Leo Hamon aseguró de los terroristas que, «nunca tan pocos han perjudicado tan gravemente a tantos». En esa línea, otra de las intervenciones señaló la coincidencia objetiva de los terroristas y con los sectores más reaccionarios: lograr el endurecimiento por consenso. Y el subdirector de Il Corriere della Sera, Barbiellini, advirtió, con una cita de Kafka, que la primera victoria del mal sería obligarnos a combatirlo con sus propias armas.

Las propuestas de los participantes norteamericanos resaltaron por su propensión a encontrar en el silencio informativo la solución más favorable. Pero el ánálisis de los italianos fue mucho más depurado y se esforzó en describir las aportaciones positivas que corresponden a los medios de comunicación en la lucha antiterrorista. Se trata, en definitiva, de su cooperación en la ofensiva psicológica al terrorismo para deshacer el mito de su inmunidad y quebrar las bases de su reclutamiento mostrando su fragilidad.

El editorialista de Le Monde Philippe Boucher y el magistrado francés Maurice Savaro adoptaron en sus intervenciones una perspectiva de distante neutralidad en la lucha del Estado y los terroristas, terreno donde consideran que ningún papel ni colaboración cabe prestar a la Prensa y demás medios de comunicación.

Basados en una pretendida superioridad, la que les prestaría la inexistencia de auténticas manifestaciones terroristas en suelo francés, mostraron una incomprensión y una indiferencia que fue calificada de inmoral por su compatriota ya citado, ex ministro Leo Hamon.

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Para este último, a nadie escandaliza en Francia la persecución legal a que está sometida la apología del racismo y del nazismo, y la verdadera cuestión es saber si el terrorismo debe incluirse en esa lista.

Quedó claro que ese ser que sólo informa desde la objetividad absoluta es un periodista ficción inexistente en la realidad. En la práctica no se da la transparencia absoluta, siempre hay un coeficiente de opacidad. Es lo que otros llaman índice de refracción del periodista. En todo caso, para Giuliana del Buffalo, miembro de la directiva de la Federación de la Prensa Italiana, ser periodista es comprometerse, pero también resistir a la voracidad del poder. Las residencias del poder no se agotan, sin embargo, en los límites estatales o gubernamentales, también abarcan al poder terrorista. Frente a ese poder, propenso a una voracidad mayor, ha de ejercerse en consecuencia la resistencia periodística aún con más decisión.

El coronel de carabinieri Andrea Castellano hizo una exposición, que ya es clásica en este tipo de encuentros, centrada en el valor de mensaje que las Brigadas Rojas atribuyen a cada una de sus acciones.

Frente al designio terrorista que busca desenmascarar al sistema y hacerle mostrar un semblante autoritario, el coronal Castellano insistió en la necesidad de una adecuada campaña de información y de contrapropaganda. El prefecto Fernando Rizzo completó la aportación oficial italiana, señalando las dificultades que para una colaboración de los medios de comunicación con la policía representa la indebida identificación de esta última con el grupo en el poder.

Para el observador del Consejo de Europa, Hans-Jürgen Bartsch, miembro de la dirección de asuntos jurídicos del citado organismo, la colaboración necesaria sólo puede encontrarse si hay consenso, es decir, confianza recíproca Gobierno-Prensa. Las demandas de autocontrol sólo encuentran eco si se formulan desde la confianza.

El director de Panorama, Rognon¡, expuso la necesidad de que la Prensa lleve a cabo una sincera autocrítica, y en relación con el caso italiano de las Brigadas Rojas se detuvo a considerar por qué sus comunicados no deben ser sccops ni exclusivas periodísticas ni merecen tratamiento de textos sagrados, intocables y no resumibles. Por el contrario, aconsejó un tratamiento informativo desmitificador y una traducción de sus términos al lenguaje periodístico. En esa misma línea, Salvatore Senesse, miembro de la magi stratura, propuso que los periodistas se esforzaran por evaluar las afirmaciones de los terroristas y mostrar qué no se dan circunstancias legitimadoras de la violencia.

Impreparación, infravaloración y dramatización fueron las tres notas características atribuidas a la cobertura informativa del terrorismo en Italia desde 1970 hasta el caso Moro. Desde entonces, Gian Carlo Caselli destacó que esas noticias han sido encomandadas a expertos y que en su tratamiento se huye del esquema de la crónica negra. La necesidad de rechazar la invocación profesional como refugio de una inaceptable neutralidad y de combatir el servilismo, la corrupción y el corporativismo de la Prensa fue otra de las propuestas mejor recibidas en Siracusa.

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