Victoria pírrica de Giscard sobre Mitterrand en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas, según los úItimos sondeos
El festival anti-Giscard domina el desarrollo de la campaña electoral francesa. La salva de críticas de los nueve candidatos al septenato del presidente Valéry Giscard d'Estaing y, de manera más concreta, a su política económica, ha llegado a un nivel de tensión «fratricida» entre los dos bandos de lo que hasta la fecha ha sido la mayoría gubernamental: el chiracquismo y el giscardismo. El último sondeo de opinión pública, conocido ayer, concede una victoria pírrica a Giscard en la segunda ronda, el día 10 de mayo, frente al candidato socialista François Mitterrand. En el plano internacional, según amplia información ofrecida por el diario Le Monde, sólo España y China preferirían un fracaso de Giscard.El sociólogo y politólogo francés Alain Touraine nos resumía ayer la evolución de la campaña electoral que precede la primera vuelta, cuyo escrutinio se celebrará el próximo día 26 de este mes, en los siguientes términos: «El dato más saliente de esta campaña es ver cómo de lo que se trata no es de exponer un futuro, sino de rechazar un pasado, es decir, el septenato de Giscard, el debate, no se desarrolla en términos de ideas o de partidos. Lo que se está produciendo, al observar la actuación de los nueve candidatos, es un fenómeno de rechazo de la imagen de crisis económica que simboliza Giscard».
«Por ello, en primer lugar hay que anotar la falta de entusiasmo de los franceses. Y por eso mismo se explica que esta elección, de entrada le sea favorable a Mitterrand».
«Ahora bien, tras la primera ronda, de rechazo y de desahogo, en la segunda vuelta se planteará el problema de elegir un presidente. Entonces, el miedo a lo desconocido, a la participación de los comunistas en el Gobierno, al desorden, pueden darle a Giscard una victoria raquítica, pero a Mitterrand no le faltarán cartas, en esa segunda parte de la campaña oficial, para conquistar el palacio del Elíseo».
Touraine excluye de su análisis el «fenómeno Chirac», que, en realidad, hasta ahora, representa el elemento nuevo de esta campaña. El último sondeo, de ayer, le daría razón: en la primera ronda, Giscard conseguiría el 27%, Miterrand el 23,5%, Chirac el 18,5% y Marchais el 16%. Y el día 10 de mayo, en caso de una confrontación Giscard-Mitterrand, el primero ganaría por el 50,5%. Y si Mitterrand se enfrentase a Chirac, el socialista sería presidente por el 53%.
Sobre los sondeos, los más extraños rumores inundan el «mercado» electoral parisiense. El Elíseo habría prohibido la publicación de algunos que le desfavorecían respecto a Chirac y los conocidos estarían manipulados en el mismo sentido. Lo cierto es que Chirac ha sorprendido a toda la opinión y, en estos momentos, la campaña gira en torno al efecto real de su impacte y a las intenciones más escondidas del líder gaullísta: ¿su estrategia tiende sólo a intentar conquistar el Elíseo, o está convencido de que ese objetivo, a pesar de su campaña convincente, es extremadamente difícil? En este último caso, con su labor cotidiana de «destrucción de Giscard», tal como le acusan los giscardianos, ¿pretende anunciar la política de tierra quemada que practicara a partir de los escrutinios del 26 de abril y del 10 de mayo, y que se traduciría en una ruptura definitiva con el giscardismo? Si esta hipótesis, de actualidad hoy en París, se revelara real, Giscard habrá perdido su arma electoral más poderosa contra Mitterrand: «El candidato socialista no tiene mayoría, tiene que disolver la Asamblea, tiene que contar con los comunistas». El presidente y candidato, en efecto, tampoco contaría con una mayoría al fallarle los gaullistas. Esta «amenaza» que deja planear Chirac es una delicada apuesta que puede atemorizar a los franceses y, en tal caso, representa el capital de sus posibilidades de llegar a la confrontación final en la segunda ronda. Pero esa amenaza que, en definitiva, preludiaría un voto gaullista por Mitterrand el día 10 de mayo, puede también desvanecer el «efecto Chirac».
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