La carta de los obispos
Soy una ciudadana más, una ama de casa, simplemente espectadora del acontecer político de nuestro país. Y como tal, ayer leí la proclama de estos obispos vascos. Me pareció mesurada, objetiva, valiente. En fin, me gustó. Luego, a lo largo del día, fui oyendo y leyendo a través de los medios de comunicación la indignación, el estupor y la movilización que había producido entre la derecha, la izquierda y el centro, y entonces pensé: «¿Dónde estoy yo?». Y llegué a la conclusión: «Estoy con el ser humano, con la inconsolable mujer o madre del guardia civil asesinado por unos dementes, con el vasco de a pie que quiere vivir en paz y libertad».¿Documento tardío? Sí; quizá estos obispos han reaccionado tarde, no sintonizando con la realidad en el momento justo; pero ahora, en esta ocasión, han puesto el dedo en una llaga vigilante o vigilada, no sé. A mí me gustan las cosas sin apellidos. Y les ha dolido mucho a los que por miedo a unos y otros contemporizan. /
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.