Enseñar la Constitución

Estoy totalmente de acuerdo con el contenido del artículo de Agustín Galán sobre la enseñanza de la Constitución (publicado en EL PAÍS del 25 de marzo). Da sonrojo comprobar el lugar que la enseñanza de aquélla ocupa actualmente en nuestro sistema educativo, como apéndice de otra asignatura, no alcanzando ni siquiera la categoría de maría que ocupaba en el anterior régimen (por cierto, mucho más atento a la enseñanza de sus principios y leyes fundamentales que el actual sistema democrático).Es lamentable que la formación política, que incluye el aprendizaje de nuestro ordenamiento constitucional, se haya relegado al último de los lugares, negándosele incluso entidad propia. Nadie nace demócrata, se forma. Así, pues, un país que se quiera gobernar en democracia no puede descuidar la enseñanza del sistema y modo de ser democráticos a todos los niveles, empezando por la escuela elemental y terminando por los centros superiores de todo orden, sin olvidar tampoco la enseñanza de adultos.

Y ello es aquí y ahora más necesario que nunca para acabar, por un lado, con oscurantismos e ir enderezando, Ios reflejos condicionados producto del reaccionarismo autoritario, y por otro, para ir concienciando a todos los españoles de la necesidad de asumir las reglas del juego democrático, no porque nos vengan imnpuestas, sino por ser el mejor y más racional sistema de convivencia. /