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"Libé", ocho años de idilio con sus 40.000 lectores

A los 40.000 lectores del diario Libération se les agarrotó algo cuando el último 28 de febrero, en una portada en forma de esquela mortuoria, el diario anunciaba su desaparición con dos versos de una canción de Serge Gainsbourg: Je t'aime, moi non plus ("yo te quiero, yo tampoco"). Una historia apasionante de amor, de ocho años, se rompía o se interrumpía peligrosamente.Todo había empezado tras las barricadas de mayo de 1968 en París. Catorce mocosos, participantes en aquella aventura literario- revolucionaria, reunieron unas perras, sonsacaron otras, y bajo la dirección de la cabeza creadora de Serge July empezaron a jugar a periodistas con el fin de perpetuar su batalla contra los poderes establecidos.

Estructura jurídica: el periódico pertenecía a los catorce accionistas, pero el único poder se le confió a la asamblea general de todos los trabajadores. Si un accionista abandonaba el diario debía ceder sus acciones al equipo.

Ideología: en un primer tiempo Libération pretendió que su control pertenecía a los lectores. Esto no duró, porque en el bajo, desván-carpintería, en el que se fabricaba cada noche el periódico los lectores, en tanto que persona física controlante, no existían. Hubo una segunda fase de confrontación de izquierdismos y, por fin, Libération se embarcó en la información libre que le es posible ofrecer a un periodico propiedad de sus redactores, que se autofinancia, que no admite publicidad y que, í'iel a la autogestión, se conforma con poco: algo más de 60.000 pesetas mensuales cada empleado.

Odios y procesos

Temas y resultado: al final de su evolución, con su temática esencialmente de sociedad, se convirtió en el diario que hace falta leer. Su desparpajo ante los tabúes sociales o las ideologías le valieron todos los procesos imaginables y el odio de los comunistas; pero personalidades como lá periodista Françoise Giroud no dudaron en certificar: «Este periódico es la prueba de que la libertad es posible». Por fin, con el crecimiento, la autogestión se resintió, y la capacidad creativa, también. Ahora Libération quiere revivir , pero vendiendo el doble, atado a otra estructura y con publicidad quizá.

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