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La demanda mundial de agua se triplicará en los próximos veinte años

La reciente sequía, que todavía se mantiene en muchas regiones de España a pesar de las lluvias, en general poco intensas, del mes de febrero, ha vuelto a poner sobre el tapete de la actualidad el problema del agua, especialmente del agua potable. El Centro de Estudios Hidrográficos, dependiente del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CDEX), está elaborando un extenso informe sobre el agua en España, al que ha podido tener acceso EL PAIS, en el que se señala que «la toma de conciencia de que el agua es un recurso progresivamente escaso aconseja la elaboración de un amplio estudio sobre la situación actual de España y las perspectivas de los recursos hidráulicos».

El panorama mundial del agua es preocupante. Por el momento, la situación es aceptable en promedio, pero con perspectivas poco optimistas a corto plazo a causa del incremento previsto de la demanda, que se triplicará en los próximos veinte años. La escorrentía total del planeta, es decir, la cantidad de aguas corrientes superficiales en tierra, supone el límite superior de agua renovable y, por tanto, utilizable permanentemente, y alcanza una cifra de 40.000 kilómetros cúbicos, cantidad insignificante frente al volumen total del agua en el mundo (1.360 millones de kilómetros cúbicos).De todos modos, la demanda actual de agua en todo el mundo es ligeramente superior a los 2.000 kilómetros cúbicos, cantidad, como puede verse, muy inferior al total de los recursos renovables, suponiendo, claro está, que éstos pudieran ser utilizados totalmente. En la práctica, esos 2.000 kilómetros cúbicos, muy mal repartidos, son claramente insuficientes en muchas regiones del globo. Europa y Asia son los continentes peor favorecidos por lo que a dotación natural de agua per cápita se refiere.

La demanda media actual de agua per cápita es de unos 1.200 metros cúbicos por habitante y año, lo que supone que, en teoría y si estuviesen bien repartidos, los recursos hidráulicos del planeta son suficientes para poder alcanzar un abastecimiento adecuado.

España, dentro de este contexto mundial, no puede ser considerado, en contra de lo que normalmente se piensa, un país seco en su conjunto. La escorrentia media total superficial y subterránea supone unos 110 kilómetros cúbicos para una superficie de unos 500.000 kilómetros cuadrados. En el año 1975, con una población ligeramente superior a los 35 millones de habitantes, estos recursos hidráulicos naturales en España suponían 3.180 metros cúbicos por habitante y año, cifra muy superior a las que se dan en el resto de Europa. En efecto, la Europa del Mercado Común tiene en promedio 2.460 metros cúbicos por habitante y año, y el conjunto de Europa alcanza 2.690. En todo caso, estas cifras son claramente superiores a las necesidades estimadas, que como antes se dijo eran del orden de 1.200 metros cúbicos por habitante y año. Lo que ocurre es que muchos países tercermundistas de América del Sur, y sobre todo de Asia y Africa, no alcanzan siquiera el millar de metros cúbicos per cápita y año.

Irregularidades de tiempo y espacio

Si la situación española, en cuanto al abastecimiento del agua, es mucho mejor que la de Europa, y se puede considerar, dentro del contexto mundial, buena en promedio, ello no impide que haya que luchar contra dos defectos esenciales de nuestra hidrografía: la irregularidad en el tiempo y la irregularidad en el espacio. El primer defecto se debe a que nuestros ríos se comportan sobre todo como torrentes, a causa de la irregularidad de las lluvias a lo largo del año, y de un año para otro. La irregularidad en el espacio se comenta por sí sola: es ya tradicional la distinción entre las Españas seca y húmeda; y dentro de la España seca hay zonas casi desérticas, mientras que en la España húmeda muchas áreas no carecen prácticamente nunca de agua.La irregularidad espacial es tal en España que, por ejemplo, la región hidrográfica del Norte, que comprende las cuencas de los ríos que vierten sus aguas al Atlántico y al Cantábrico, entre las fronteras francesa y portuguesa, tiene sólo un 11 % de la. superficie total del país, pero dispone de casi un 40% de los recursos naturales de agua. En cambio, la España más seca presenta la agricultura de mayor valor económico del país, lo que hace, por ejemplo, que el litoral mediterráneo sea fuertemente deficitario para atender su demanda actual y futura, ya que dispone de sólo el 10% de los recursos hídricos totales, pero alberga a más del 30% de la población.

Regulación artificial

Los dos defectos de irregularidad en el espacio y en el tiempo han sido corregidos en gran medida mediante la regulación artificial de los cauces; en efecto, sin embalses sólo se podría aprovechar un 9% de los recursos hidráulicos actualmente explotados, y ello gracias a la regulación natural producida por la retención del agua de lluvia en el subsuelo. Con embalses de regulación anual, que almacenan agua en los meses lluviosos para los meses secos, el aprovechamiento alcanzaría el 33%. La regulación mediante embalses hiperanuales permite alcanzar el 100% actual, lo que muestra bien a las claras la importancia de una regulación del caudal de agua total entre años secos y años lluviosos mediante grandes extensiones de agua embalsada.Por lo que respecta a las aguas subterráneas, la superficie total de la España peninsular que utiliza aguas de pozos puede estimarse en unas 540.000 hectáreas, con una dotación media de 5.700 metros cúbicos por hectárea y año. En cuanto a abastecimientos, se puede estimar que la demanda (industrial y urbana) de las poblaciones se cubre en un 30% aproximadamente con aguas subterráneas.

Uno de los argumentos más utilizados últimamente para resolver el problema del agua es el gran volumen de reservas de los acuíferos subterráneos frente a las posibilidades de los embalses superficiales. Ocurre, sin embargo, que esas reservas subterráneas no son en absoluto inagotables, y su utilización permanente sólo resolvería problemas durante un cierto espacio de tiempo, previsiblemente corto, creando al mismo tiempo, de cara al futuro, situaciones delocadas o de imposible solución. De donde se deduce que la utilización de las aguas subterráneas, en una visión de conjunto, debe seguir otros derroteros que la simple explotación, debiendo reservarse para acudir a ellas en momentos críticos de escasez.

Usos del agua

Los usos del agua en España pueden ser prioritarios (abastecimientos y regadíos) y secundarios (energéticos, navegación, recreativos, etcétera). En abastecimientos (domésticos, municipales, industriales, agrícolas, ganaderos y de carácter ecológico y ambiental) se estima suficiente una demanda total del orden de 4.600 hectómetros cúbicos por año, demanda teórica que, desgraciadamente, no se atiende hoy con total garantía debido al desequilibrio territorial entre disponibilidades y demandas. En regadíos se estima que existen hoy día 2.750.000 hectáreas regadas, de las que algo más de la mitad son debidas a obras del Estado, y 600.000 son atendidas con aguas subterráneas (pozos, fundamentalmente).Realizando un balance hidráulico de la situación actual, puede decirse que las cuencas de la mitad norte son excedentarias y que las mediterráneas son muy deficitarias. Destacan como cuencas en las que las disponibilidades son superiores a la demanda la cuenca Norte, seguida de las del Ebro, Duero y Tajo.

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