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Tribuna
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Soluciones para una década

Bajo este lema se abre el IV Congreso Nacional de Alianza Popular, apoyado en dos gruesos volúmenes de estudios y propuestas (1) elaborados a lo largo de los últimos meses por nuestras comisiones de estudio, en lo que constituye nuestro segundo Libro Blanco (el primero,fue publicado por GODSA al comienzo de la transición, en 1976) (2).Cuando tantos congresos de partido dan la impresión de preocuparse sólo del día siguiente o de una bolsa de contratación de puestos e influencias, es oportuno recordar que la función constitucional de los partidos es la formación de la opinión pública, mediante propuestas razonadas sobre el modelo de sociedad y las propuestas políticas y administrativas que puedan convertirse en alternativas electorales y en bases de representación.

Alianza Popular ha dedicado por ello un gran esfuerzo a los análisis de la situación concreta y a las propuestas de solución. No cree en la aplicación general y abstracta de ídeologías internacionales, no cree en la moda de aquí o de allá. Como fuerza política a la vez conservadora y reformista que es, parte de la base de la sociedad española como es, hecha por los siglos y distinta de otras sociedades concretas; no le ofrece un milagro que de pronto la convierta en Jauja, sino un programa para que todos estemos mejor, con un crecimiento razonable y acumulado, a lo largo de años de esfuerzo y de seriedad.

A la vista está lo ocurrido en los últimos cinco años, en los que muchos españoles votaron bajo el falso seiíuelo de «entre lo que tengo y lo que me van a dar».

No hay más programa serio que éste: hagamos de la España que tenemos una España mejor para todos, midiendo cada paso y sus relaciones con los demás. Porque también lo dice otro refrán: «No puede ser soplar y sorber». No se puede dar con una mano mayores pensiones para luego reducirlas con otra por los impuestos. No se puede pedir seguridad ciudadana mientras se reducen los medios legales de acción de las fuerzas que defienden el orden público, y así sucesivamente.

Alianza Popular señaló al comienzo los serios problemas de la transición política y de una reforma democrática en serio. Por llamar a las cosas por su nombre fue tachada de catastrofista; por indicar que la reforma era preferible a la ruptura, de nostálgica y reaccionaria; por recordar que el sentido común indica que sin trabajo, sin ahorro, sin estudio, sin investigación, sin promoción del mérito, una sociedad retrocede en vez de avanzar, de defensora de los privilegios (sin duda, considerando que el de levantarse a las once es una cosa buena); por indicar que no se pueden acometer todas las reformas a la vez sin crear el caos, fuimos tachados de rechazarlas todas; por advertir que la democracia nada tiene que ver con la anarquía ni con la destrucción del principio de autoridad, de inmovilistas y continuistas.

Situación preocupante

Pocos años más tarde, el cuadro general de la situación es preocupante. La unidad nacional está en peligro; el terrorismo campa por sus respetos; la economía está en franca recesión; el paro es desesperante; la juventud no encuentra sitio, y pasa; la abstención aumenta; un presidente del Gobierno dimite sin dar explicaciones y dirigiendo reproches a la sociedad española en general; el Rey ha tenido que enfrentarse en directo con la más grosera de las actitudes; los servicios públicos se paran uno tras otro; las flotas pesqueras están amarradas.

Hay que soltar las amarras de un sistema bloqueado: por expectativas desorbitadas, que han de ser explicadas por los medios públicos de comunicación social; por una ley electoral disparatada, que no produce mayorías claras ni alternativas de relevo; por la ambigüedad del título VIII, sobre la organización territorial del Estado, uno de los más importantes de la Constitución; por la ambivalencia de partidos como el PCE, que en este momento no sabemos si quiere o no ser leninista (o sea, revolucionario), o del PNV, que ho acaba de precisar sí es español, y, sobre todo, porque el grupo parlamentario más numeroso, como ha demostrado el reciente congreso de Palma de Mallorca, es una suma de familias políticas que están por y contra el divorcio, por y contra la ley universitaria, etcétera, y así no se puede gobernar.

Nosotros intentamos otra cosa. Creemos en la mayoría natural de los españoles que quieren unidad, orden, ley, trabajo, familia, seriedad y desarrollo. Pensamos que, si les dejaran, elegirían fórmulas como las que han adoptado países tan dístintos como Inglaterra y Portugal, Francia y Jamaica, Venezuela y Estados Unidos; es decir, soluciones democrátícas, populistas, razonables, serias, flexíbles, pensadas, y con la garantía de personas que se sepa que cuando prometen, cumplen, y cuando dicen que sí, es que sí, y cuando dicen que no y que hasta aquí hemos llegado, la cosa va en serio.

Y la cosa tendría que ir en serio; no trampeando, no yendo a ver cómo se tira tres meses más y cómo se mantiene confusa a la opinión

Soluciones para una década, no llenas para un trimestre, variaciones sobre un mismo tema gastado. Eso intenta plantear el IV Congreso Nacional de Alianza Popular

1. Soluciones para una década. Libro Blanco de Alianza Popular. Dos volúmenes. Madrid, 1981. ISBN 84-300-3894-7.

2. GPDSA: Libro Blanco para la reforma democrática. Madrid, 1976. ISBN 84-400-1637-9.

Manuel Fraga Iribarne es presidente de Alianza Popular.

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