Francia, dispuesta a estrechar sus relaciones con Egipto
El papel que Europa en general y particularmente Francia, pueden jugar en la solución del conflicto árabe-israelí, a la vista del discurso del martes ante el Parlamento Europeo, del presidente egipcio, Anuar el Sadat, fue el tema esencial de la conversación que mantuvo este último con el presidente galo, Valery Giscard d'Estaing.
Paralelo al vector París-Bonn, en el plano comunitario, Francia, mirando hacia el Oriente Próximo, acariciaría la idea de estrechar los lazos con El Cairo.
El protocolo es a veces política pura. Así lo reveló ayer, una vez más, el recibimiento que Giscard d'Estaing le ofreció a Sadat. A pesar de que este último llegó a París en viaje privado, camino de Washington, el presidente francés dejó de lado las normas propias del caso y fue en persona a buscarle al aeropuerto. En coche, y no en helicóptero, le paseó por las calles de París. El vecindario no respondió a los deseos presidenciales, porque, sin duda, las preocupaciones de cada cual no cuadraban con el recibimiento excepcional popular y oficial que, con la mejor voluntad, se le preparó en París a Sadat.
Esta acogida de aparato parece responder al deseo explícito de París de poner punto final a unas relaciones diplomáticas con Egipto que fueron hasta ahora no excesivamente calurosas. En su día, el primer ministro Raymond Barre calificó, en tono más o menos despectivo, de mero «gesto simbólico» la paz egipcio-israelí y los llamados acuerdos de Camp David, destinados a encauzar una solución del conflicto árabe-israelí.
Desde entonces, los intercambios económicos entre Francia y Egipto han progresado, ya que les ofrecen ahora más garantías de pago. Además, la diplomacia parisiense, sobre todo en vísperas de elecciones parciales y con un voto judío interesante en Francia, ha tomado en serio a Sadat.
