Un goloso millón
El millón de pesetas de multa del Madrid a Cunningham fue una sanción desproporcionada. El Madrid, por aquello de las medidas ejemplarizantes, dio una nota oficial respecto al tema, lo que, de acuerdo con la reglamentación federativa, equivale a adoptar una decisión deportiva. Según el reglamento, la sanción a Cunningham saltó los límites habituales de las sanciones internas, como son las multas por llegar tarde a los entrenamientos, que se consumen a final de temporada en una mariscada, y, por tanto, ha de depositar el millón en la Federación Castellana, que deberá invertirlo en el fútbol modesto.Las federaciones entienden que estas sanciones han de pasar a su poder porque, de otra manera, los clubes podrían ejercer esta fórmula para reducir la ficha de los jugadores. Pero el caso del Madrid y Cunningham ofrece algunas variantes que conviene no olvidar. El club no ha cursado a los organismos competentes su decisión de sancionar al jugador y, por tanto, oficialmente, no existe. Y hasta cabe la posibilidad de que se guarde la carta del perdón, para el caso de que el jugador rectifique su comportamiento y rendimiento profesionales.
Esta sanción, por otra parte, tiene casi todos los condicionamientos de un litigio puramente laboral y, por tanto, siempre le quedaría al jugador el recurso de la Magistratura. No sería razonable que el Madrid entregara a la Federación Castellana una cantidad que puede reclamar, al menos en parte, Cunningham. Bonito pleito si se persona la asociación de fútbol modesto, beneficiaria, desde el punto de vista deportivo, de este millón de pesetas.
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