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Rafael Termes: "No estamos plenamente satisfechos con la reordenación del sistema financiero"

El intervencionismo sobre las comisiones bancarias, la timidez en la reducción de coeficientes y en la elevación del interés aplicable a las operaciones privilegiadas, así como el mantenimiento del actual coeficiente de caja y de la remuneración de los depósitos obligatorios en el Banco de España, junto a los temores de una competencia desleal por parte del Gobierno en las emisiones a corto plazo, fueron los aspectos críticos más destacados de la conferencia de Prensa convocada ayer por la Asociación Española de Banca Privada (AEB) sobre las últimas medidas de reordenación del sistema financiero.

«Ha habido un diálogo abierto y fluido entre el Gobierno y el Banco de España, por un lado, y la AEB, por otro. Pero diálogo, que es la esencia de la democracia, no implica confabulación», manifestó el presidente de la asociación, Rafael Termes, para desmentir que las últimas medidas sobre el sistema financiero hubieran sido el resultado de un acuerdo entre la Administración y la banca. «La orden ministerial no ha dado plena satisfacción a la banca; hay puntos fundamentales en los que las posturas de ambas partes son totalmente opuestas».Termes criticó, en primer lugar, que unas medidas «pretendidamente liberalizadoras» se hayan dictado «sin el acompañamiento de la liberalización en los restantes aspectos de la economía y, sobre todo, en lo relativo a precios, tarifas y relaciones laborales, donde, en la práctica, todavía pesan enormemente los efectos intervencionistas».

Dijo, a continuación, que «parece un contrasentido que una orden ministerial que se titula de liberalización dé un paso atrás en la liberalización, creando algún coeficiente nuevo e interviniendo comisiones que antes eran libres». Manifestó el acuerdo de la banca con la clarificación del coste del descuento, pero matizó que «la actual situación no ha sido provocada por ella, sino por la limitación del interés del' descuento a un tipo tan irreal como el 9%». Esta clarificación, añadió, se podía haber logrado sin intervenir las comisiones.

El presidente de la AEB, tras negar que las nuevas disposiciones sean discriminatorias para el pequeño ahorrador, afirmó que el principal defecto de las mismas, a su juicio, «es que no toman las medidas oportunas para evitar el eventual encarecimiento del crédito libre».

Recordó, sin embargo, que la AEB había insistido en que para absorber tal elevación, cualquiera que fuera su causa, «había que disminuir y rentabilizar las inversiones obligatorias de bancos y cajas, ya que, en caso contrario, se corría el riesgo de que repercutiera de nuevo sobre el coste del crédito normal».

Insistió en que estas últimas medidas todavía pueden ser adoptadas, ya que, «tal como han quedado ahora las cosas, el efecto de absorción del aumento del coste del pasivo es prácticamente nulo. De forma que, si cabe aceptar que la elevación del coste del pasivo puede ser independiente de la liberación de los intereses pasivos, en cambio, si se produce una repercusión en el coste del crédito libre, hay razones para pensar que sí será imputable a la última disposición del Gobierno, por no haberse tomado las medidas para rentabilizar adecuadamente los recursos cautivos».

Reconoció algunos aciertos en la disposición y resaltó especialmente la autorización para cobrar la prestación de los servicios bancarios. Echó en falta, sin embargo, el que no se haya abordado el importante tema («probablemente porque no es el sitio adecuado») de la financiación del déficit público mediante la emisión de deuda. «Las condiciones de ofrecimiento de esta deuda al público será primordial para saber si el Estado seguirá actuando corno perturbador del mercado de depósitos, e incitando el alza de su coste, o entra en una tónica de mayor ponderación». A preguntas de los periodistas, expresó su temor por una competencia desleal, tipos de interés altos y desgravaciones fiscales, por parte del Gobierno, especialmente en emisiones a corto plazo.

Por último, dijo que las medidas no favorecían los resultados de la banca y reiteró su tesis sobre la irrealidad de las cifras de beneficios bancarios que se están dando («hay un deterioro patrimonial»).

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