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Tribuna:La lucha africana por el desarrollo / 1
Tribuna
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La próxima batalla para los países de Africa será controlar sus materias primas

Al comenzar el segundo año de la década de los ochenta en Africa, sólo el territorio de Namibia permanece bajo dominación colonial. Un. continente compacto de treinta millones de kilómetros cuadrados, donde se encuentra lo esencial de las materias primas que hacen confortable la vida en Occidente, será totalmente independiente si se cumplen los pronósticos de la ONU y si la actual conferencia de Ginebra sobre Namibia logra algún resultado concreto.

La meta de las independencias, con la que se inició el nacionalismo africano, está casi lograda. La pregunta hoy es si ha servido de gran cosa. El que los africanos discutan con cierta sensación de impotencia, una estrategia para el año 2000 parece indicar que no están contentos. A principios de los años cincuenta, sólo Etiopía, Liberia y Suráfrica eran independientes. Cuando la OUA se crea, en 1963, la eclosión independentista ya había comenzado y 32 jefes de Estado colocan su firma al final del texto de la primera carta para la unidad africana.La victoria de Vietnam sobre Francia, en abril de 1954, fue la demostración de que los imperios coloniales no son invencibles. Los argelinos aprueban rápidamente la asignatura y el 1 de noviembre de ese mismo año inician la guerra por la independencia quizá más significativa del continente africano. Sueños, proyectos, esperanzas, animan a muchos grandes hombres. El panafricanismo político, sindical y cultural nace de los movimientos emancipadores de los dos siglos anteriores. Padmore, Nkrumah, Keita, Ture, Nyerere, Anta Diop, Senghor y el eterno prisionero Ben Bella marcan épocas.

El optimismo deja paso pronto a la frustración. Sólo en los años sesenta tienen lugar 41 cambios de régimen, y de ellos sólo cuatro por medios constitucionales. Las dictaduras militares proliferan.

Cuando Namibia ocupe el puesto que le corresponde en la ONU como estado número 56, toda Africa estará representada, con los ojos puestos en una nueva fecha de esperanza, el año 2000. ¿Qué perspectivas de desarrollo hay para el año 2000? Fue en febrero de 1979 el tema de un coloquio organizado en Monrovia por la OUA. Por primera vez, cuarenta especialistas africanos en prospectiva quisieron pensar juntos. Sus conclusiones fueron ratificadas, por los jefes de Estado en Lagos, en abril de 1980.

Si para Occidente el desafío futuro es la robotización, la informática y las fuentes alternativas de energía, para Africa la batalla en perspectiva es producir suficientes alimentos. El trigo y el maíz serán para ese continente -que en el año 2000 tendrá ochocientos millones de habitantes- mercancías tan preciadas como el petróleo y el uranio para Europa.

La producción de alimentos ha ido en descenso en Africa. En 1962 se cubrían las necesidades propias; en 1975 el déficit era del 15%. Para el año 2000 será del 35 %. Para esa fecha, setenta millones de africanos -el 30% de la población activa- no tendrían empleo.

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Hablar de apretarse el cinturón a los africanos, como hacen la BIRD y el FMI, por ejemplo, es, como mínimo, un esnobismo intolerable: muchos ya no tienen ni cintura. Eso no ha impedido a los mililares dotarse de los armamentos más costosos. Según el Stockholm Institute por Peace Research, Africa gastó unos 36 dólares por habitante, en armas, en 1976. En aquel entonces, Libia venía a la cabeza con un gasto de ochocientos dólares por persona; seguida por Egipto, con cien; Zambia, sesenta; Suráfrica, 56; Marruecos, 43, y Nigeria, 36. La URSS proporcionó el 60%; Francia, el 20%, y EE UU, el 7%.

El Africa que surge de los años sesenta fue construida sobre el principio de la intangibilidad de las fronteras heredadas del colonialismo. Ese principio, aceptado con grandes reservas desde el comienzo, es el origen de buena parte de los conflictos interafricanos actuales. La Europa colonial trazó líneas sobre planos que no tenían nada que ver con la realidad étnica. Así subsiste el conflicto del Sahara occidental español, la pugna por el territorio somalí de Ogaden, repartido por el Reino Unido entre Kenya y Etiopía, la Eritrea islamizada anexionada por Haile Selassie en 1962, como casos más flagrantes.

Junto a ellos está Zaire en permanente amenaza de estallido, Nigeria y el caso más reciente de Chad, una auténtica caricatura de cómo la colonización construyó un país. La batalla decisiva, sin embargo, que ya ha comenzado, tiene lugar en el Africa austral y se libra Probablemente en Suráfrica, donde se encuentra el 60% de las riquezas minerales del continente. Para esta prueba de fuerza, la URSS, que entró por la puerta grande gracias a Etiopía y Angola en el escenario africano, cuenta ya con 70.000 hombres, entre soldados cubanos, alemanes del Este, y propios y técnicos civiles, y educa en sus universidades a más de 20.000 africanos.

La supervivencia futura de Occidente depende de la continuada garantía de acceso libre a esas materias primas, imprescindibles en aeronáutica, exploración del espacio, fabricación de aceros y aleaciones e industria automovilística.

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