_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Embalses y futurología

Los embalses de ayer se concibieron como reservas para la regulación de los canales de riego. La política hidráulica de Costa tuvo como cartel «Escuela y despensa». Cien años después se ha recorrido tanto camino que se ha erradicado el hambre en España, y los recursos pendiente; parece que en un porvenir bastante largo, dentro de nuestro actual incremento poblacional, nos ponen al abrigo de cualquier carencia. Estos embalses los podríamos llamar alimentarios.Después han surgido sobre los mismos -como aprovechamiento altemativo-, y en otros nuevos, los embalses energéticos, los hidroeléctricos. Nos ceden una energía limpia, por tiempo indefinido, y dentro de nuestro espacio político. Es una energía perfecta. En estos últimos tiempos ha crecido aceleradamente, pero a pesar de ello desde hace veinte o treinta años se nos queda escasa, y en proyección futura sejuzga cada vez más insuficiente para abastecer la demanda eléctrica. Han tenido que surgir como necesidad las centrales térmicas, sucias y dependientes de unos recursos -los crudos- fuera de nuestro espacio político, cada vez cuantitativamente más importantes, y cada vez más insustituibles, de forma que su vertiginoso e insoslayable incremento de coste nos arrastra a la actual vida difícil. La otra alternativa es la energía nuclear, en cuya polémica no viene al caso entrar.

Embalses de mañana

En un gran pantano hidroeléctrico, con central de pie de presa, por cada ochenta kilogramos de agua turbinada se puede remontar un hombre a un piso veinte en una ciudad al otro lado de España. La transmisión eléctrica del trabajo es perfecta. Pero el calentar una habitación, con una estufa de dos kilovatios durante una hora, supone energéticamente -si está en un piso veinte- el poner en esa habitación a 120 personas en ese mismo tiempo.

Nuestro tema consiste en especular con el aprovechamiento de la gran energía solar, que no sólo se pierde, sino que es negativa en la superficie de nuestros pantanos. Y el referirnos a éstos, en vez de a cualquier otra área, es por disponer de agua como material idóneo para recoger y almacenar esta energía. Así como también dar un empleo a la superficie de nuestros lagos, hoy sin provecho.

Si en el rigor del verano encontramos el efecto sedante del mar, si el agua del bafío está fresca, mientras a su lado nos quemaba la arena, no es tanto por el calor específico del agua cuanto se debe a la gran absorción de calor por su vaporización, reacción de gran valor endotérmico.

Asimismo cabría preguntarse si el invierno benigno de las costas atlánticas de Europa no es debido, más que a la cálida corriente del golfo, a las reacciones exotérmicas de las frecuentes precipitaciones pluviales, dejadas por la sucesión de las borrascas oceánicas en esas latitudes. El calor del Caribe quizá lo transportan a nuestras costas las nubes en mayor grado que las corrientes oceánicas.

En una hora de sol, en nuestros embalses se evapora un litro de agua por metro cuadrado, y en un año se disipan 2.000 litros -pensamos en valores medios aproximados de expresión sencilla-. Así, resulta que el sol devora nuestros embalses.

Si cubrimos un pantano con un «edredón» flotante de plástico -con cámara o cámaras de aire intercaladas- habremos impedido su evaporación, y por año y metro cuadrado habremos obtenido y recuperado en el agua subyacente un millón de calorías, que necesitarían noventa litros de fuel para producirlas. Es impresionante el trasladar estos valores unitarios los miles de hectáreas de nuestros lagos.

Es por estos cálculos y estas razones por los que afirmamos que la explotación energética de nuestros pantanos no está más que iniciada.

Son los embalses el esqueleto de nuestra economía, tanto alimentaria como energética, con su agua primero, y con su agua y su sol en el futuro; y brindando sus grandes extensiones, que no en vano somos la primera potencia mundial, tras de Estados Unidos y Japón.

Ocupación de la superficie de los embalses

El problema estriba en cómo utilizar esta energía solar. Se trata de enormes masas de jalor a relativamente alta temperatura, apta para la vida en todas sus manifestaciones -la biosfera es una consecuencia del sol-, pero de difícil aplicación a cualquier procedimiento industrial. Por estas razones, una opción consistiría en ocupar la superficie de estos embalses, que hoy es un área perdida. Casas, granjas e invernaderos, flotantes, que podrían tener menos de un metro de calado, combinadas con paneles solares flotantes, todo orientable automáticamente con la carrera del sol, con fachadas transparentes unas, cpacas otras, aisladas térmicamente todas. Tendrían una orientación de invierno, opuesta en verano, confortables siempre. ¿Serían más caras estas construcciones que las de tierra firme, sin valor del terreno, puesto que lo pagan en lo que evitan la evaporización del embalse, con abastecimiento de agua y sin cimientos?

Si en la superficie de un embalse flotara un pólder cultirable de una hectárea -quizá empresa viable-, con la evaporación que impediría se podría regar a sí mismo y quedaría agua para regar dos hectáreas en tierra firme.

Con la ayuda de paneles solares sobre las construcciones o adyacentes se dispondría de agua caliente y calefacción, y los depósitos de reserva para las etapas sin sol serían fáciles de proveer, constituyéndolos con doble cubierta impermeable separada por lana de vidrio. Estos depósitos, amplios, elásticos y semiflotantes, yacerían en el seno del lago, bajo las construcciones.

Dan grima las zonas de aridez lunar que contomean los pantanos al descender las aguas. Podrían estar ocupadas por paneles anfibios, flotantes o varados, que transmitirían el agua calentada a grandes reservorios inmediatos en el seno del embalse permanente.

En resumen: vemos estos lagos futuros, con sus estufas limpias y solares, como áreas de desarrollo de una agricultura superintensiva, de elevada técnica, en que nuevos expertos y agricultores preparados no sólo encontrarían ciclos económicos de vida suficiente, sino también con actividades experimentales y aun de investigación. Con algunos cientos de metros cuadrados un hombre puede estar ocupado todo el año en un trabajo rentable.

Los que aman el sol, el agua y la naturaleza como segundo hogar, con más amplitud y menor precio que un remolque, tendrían una casa flotante siempre acogedora y casi sin atención, con invernadero, granja o piscifactoría.

Embalses y expropiaciones

La implantación de un gran embalse comporta la desaparición de una o más aldeas, con sus casas y las tierras de sus términos. Se interrumpe un vivir colectivo de siglos. Es un problema grave y agrio. En adelante no sólo habrá que tropezar con la oposición de las aldeas y sus moradores, sino también con la de las regiones.

Los indudables beneficios de un embalse no los gozan -por lo menos hasta ahora- los aldeanos ni la región que lo abarca, puesto que sus frutos se fecundan lejos, en otras regiones, sobre todo si sus fines son hidroeléctricos.

Se trata de unas gentes que pierden su manera de vivir. Les es muy difícil, de golpe, a cualquier altura de su vida, saber subsistir fuera de un medio al que, por otra parte, tienen todo su derecho. Habría que considerar indemnizaciones prohibitivas. No son sólo cuestiones de dinero las que se plantean; además quedan por resolver profundos problemas humanos. Por dinero, un pez no puede vivir en un rastrojo.

También la región queda lesionada; esas burbujas de vacío que crean los grandes embalses -además muy frecuentes en algunas zonas, lo sabemos bien los altoaragoneses-, borradas real y potencialpiente del acervo geoeconómico de una región, comportan un empobrecimiento colectivo que ningún economista ni sociólogo puede negar.

Si consiguiéramos la pretendida habitabilidad y fuente de vida en la superficie de nuestros pantanos, no cabe duda de que dispondríamos de un margen de maniobra para alcanzar acuerdos con los vecinos y municipios afectados e, indudablemente, con las regiones, en este caso claramente revitalizadas y enriquecidas.

En estas circunstancias de embalses de nuevo planteamiento, los explotadores del pantano -Estado o empresa- tendrían que aceptar de entrada determinados niveles míninos de desembalse, en los que se armonizasen los intereses de los expropiados y posteriormente ubicados en la superficie del lago con el rendimiento económico del conjunto de la obra hidráulica.

En los casos en que se ventila la construcción de un nuevo pantano es donde se establecerán tensiones tan fuertes -de hecho ya se establecen- que nos hacen pensar si podrá ser de utilidad alguna de las ideas que aquí exponemos. Por supuesto, no con estas ideas, que por sí nada valen, sino con algunos antecedentes previamente realizados y que en esa coyuntura se pueden ofrecer como realidades tangibles.

En definitiva, nos vamos a enfrentar con retos tan inexorables entre la tierra y el agua como en Holanda, como en Venecia, como hayan podido exhibirse en el mundo y en la historia.

Traslado de energía

Hemos tratado el aspecto de aprovechar la energía solar en el agua de¡ embalse en su misma superficie. Estas enormes masas de calor, pero de baja temperatura, por ahora, no parecen fáciles de transformar económicamente en energía eléctrica. Por otra parte, la transmisión de calor por electricidad tiene elevadas pérdidas. En una central térmica son necesarias más de 2.000 calorías para producir un kilovatio/hora, que en una estufa eléctrica convencional nos devolvería sólo 860.

Muchas ciudades españolas tienen un abastecimiento de agua procedente de embalses. Concretamente, Madrid se abastece de un sistema de diez embalses con miles de hectáreas de superficie.

¿Sería muy difícil llevar a la ciudad millones de metros cúbicos de agua caliente en invierno? ¿Se podría conseguir aislamientos térmicos para grandes masas de agua, de forma que se pudieran constituir reservas de calor interestacionales? Ocupar cientos de hectáreas de embalses con «edredones» plásticos, con enorme producción de agua caliente, que posteriormente se reciclaría en paneles hasta setenta grados.

Este agua sería utilizada en la ciudad directamente o a través de bombas de calor. Se llegaría a una producción de calor para usos domésticos por valor de miles de millones de pesetas. Por otra parte, el agua no evaporada, a veinticinco pesetas metro cúbico, supondría decenas de millones. Y esto sólo en Madrid.

Estas explotaciones a lo largo y ancho de España son probablemente la única forma de aprovechar la energía solar en cantidades importantes y, por tanto, de aportar un renglón sustancial a restar en nuestra cuenta de importaciones petroleras.

Antonio Bello Lasierra es experto en hidráulica.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_