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Sánchez Montero acusa de "debilidad" a Antoni Gutiérrez

El triunfo de la corriente prosoviética sobre la eurocomunista en el Congreso del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) ha abierto una crisis sin precedentes en las relaciones del PCE con los comunistas catalanes. Esta victoria, «que no se corresponde con el 20% de electores catalanes que dieron el triunfo al PSUC, precisamente por ser un partido eurocomunista», en palabras de Simón Sánchez Montero, era atribuida ayer, a título personal, por el citado dirigente del PCE a «la debilidad y ambigüedad» de Antoni Gutiérrez -hasta ayer secretario general de los comunistas catalanes- y de los hombres que le son próximos.

Para Simón Sánchez Montero, la causa que ha hecho posible el triunfo de los prosoviéticos habría que buscarla en la «democracia malentendida» aplicada en el PSUC por el ex secretario general, «que, con una peligrosísima ambigüedad, tomaba resoluciones en las que cabía todo, lo blanco y lo negro, y ello dio un enorme margen de maniobra a esa corriente afgana que desde siempre ha sido minoritaria en el PSUC». Las duras palabras de Simón Sánchez Montero sobre la gestión del secretario saliente fueron la explicación más próxima a Santiago Carrillo que pudo obtenerse ayer, ya que el secretario general del PCE estuvo durante todo el día ilocalizable.Otras fuentes consultadas por EL PAIS ahondaron más en el análisis y señalaron que, ambigüedades aparte, el PCE se encuentra en estos momentos en un atasco político que está «desgastando» cada vez más el interior del partido. Según las fuentes citadas, el PCE practica desde su legalización una misma línea política de moderación y de defensa de la democracia por encima de veleidades radicales. Esta continuidad (pactos de la Moncloa, Gobierno de concentración y ahora Gobierno de coalición con un programa pactado) no es «rentable» a corto plazo, y ello ha exasperado a muchos militantes de base, que, desencantados y frustrados por ese constante acercamiento al poder «sin llegar a tocarlo», han optado por marcharse del partido o por radicalizarse. «Estamos pagando ahora las consecuencias de aquella decisión que tomó Fernando Abril cuando era vicepresidente del Gobierno: el aislamiento del PCE», dijo una de las fuentes, integrada en la corriente eurocomunista. «Quieren convertirnos en un gueto, en un partido testimonial y radicalizado, para que la derecha se nos coma», añadió, «y no creo que la Unión Soviética sea ajena a esta maniobra».

El respaldo de la URSS a la corriente afgana también fue señalado por Simón Sánchez Montero, quien reconoció, visiblemente preocupado, la gravedad de la situación planteada ahora en el PCE: «Aún no sabemos lo que puede ocurrir», dijo, «pero es obvio que el acuerdo de respeto mutuo y de práctica de una idéntica política eurocomunista que existía entre el PCE y el PSUC ya no existe. Y la ruptura no ha sido po nuestra parte, así es que ya veremos qué podemos hacer».

En principio, los eurocomunistas van a potenciar los debates internos en cada agrupación del partido. «Vamos a intensificar el análisis de la actual situación política para que cada militante sea consciente de cuál es el camino correcto, si la vía eurocomunista o la prosoviética, para que, cuando lleguemos al décimo congreso, cada cual tenga las ideas claras», añadieron las fuentes».

Respecto a la posibilidad de Regar a un acuerdo entre el eurocomunista PCE y el prosoviético PSUC, tanto Simón Sánchez Montero como los restantes dirigentes comunistas consultados coincidieron en que no era posible, al menos en algo tan importante como la definición ideológica. «La invasión soviética en Afganistán o se apoya o se rechaza, pero no caben medias tintas», sintetizaron.

Posiciones irreconciliables

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Por otro lado existe el hecho evidente de que la política eurocomunista y la política prosoviética son completamente irreconciliables, y ése va a ser el eje central del décimo congreso del PCE, previsto para el próximo mes de julio: «En el próximo congreso nos jugamos la continuación de la política del eurocomunismo», señalaron, «y esto es lo realmente importante. Lo de las direcciones colegiadas y demás polémicas entre Tamames y Carrillo carece de importancia al lado de una cuestión tan fundamental como es la adopción de una línea política concreta».En el noveno congreso del PCE fue Simón Sánchez Montero el encargado de defender la definición eurocomunista, y el actual secretario del PSUC, precisamente el que con más fervor apoyó el mantenimiento de la palabra leninismo en los estatutos. En aquella ocasión, 968 delegados votaron a favor de la tesis triunfante, 248 se pronunciaron por el leninismo y otros cuarenta se abstuvieron.

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