Muere el refugiado vasco José Martín Sagardía al explosionar una bomba bajo su coche en el País Vasco francés
ENVIADO ESPECIAL, Un artefacto de gran potencia explosionó ayer, minutos antes de las siete horas, en el automóvil de José Martín Sagardia, aparcado en una calle de Biarritz, provocando la muerte instantánea de su propietario. Sagardia, refugiado político en Francia desde 1975, era considerado por la policía española miembro del comité ejecutivo de ETA Militar. Otras fuentes señalaron ayer, en cambio, que estaba apartado hace tiempo de las funciones directivas de la organización. Su nombre aparecía en la lista de 127 presuntos militantes de ETA residentes en territorio francés, establecida por el Ministerio del Interior español hace dos años, y según fuentes vascas, figuraba también en una nueva relación de 150 presuntos etarras, facilitada, el 18 de noviembre último, al ministro de Asuntos Exteriores francés por su homónimo español, José Pedro Pérez Llorca.
El atentado que ayer costó la vida a Sagardia se produce cinco semanas después del tiroteo contra el bar Hendavais, en el que murieron dos ciudadanos franceses, y a dieciocho días del juicio de Pau, en el que por primera vez resultaron condenados cuatro miembros de un «comando anti ETA».Medios políticos del País Vasco francés, próximos al nacionalismo vasco, no ocultaron ayer su preocupación, señalando que «el asesinato de Sagardia demuestra la existencia de una escalada violenta contra los refugiados y echa por tierra la ilusión de que la matanza del bar Hendayais fue un episodio aislado». Las mismas fuentes destacaron el clima de confusión en que se dieron por archivados los sucesos de Hendaya, y la ausencia de responsabilidades derivadas de aquellos hechos, lo que habría alentado la continuidad de los «comandos anti ETA», y se mostraron convencidos de que el trasfondo político de este tipo de atentados consiste en tratar de forzar al Gobierno francés para que tome medidas contra los antiguos refugiados «antes de que la guerra sucia alcance proporciones mayores, que podrían comprometer en serio al Gobierno de París».
La explosión que destrozó el automóvil de José Sagardia se produjo a las 6.55, cuando éste acababa de accionar la llave del encendido. La víctima había salido de su domicilio a la hora habitual, para dirigirse a su trabajo en la empresa Sokoa, de Hendaya. Testigos presenciales explicaron que Sagardia dedicó unos instantes a quitar de los cristales de su Renault 12, verde metalizado, matrícula 950-OT-64, la escarcha acumulada durante la madrugada. Después inspeccionó cuidadosamente los bajos del vehículo, como hacía cada mañana antes de ocuparlo, en busca de alguna bomba, que no logró descubrir.
El artefacto se encontraba en la parte delantera del automóvil, oculto detrás de una rueda, y el estallido alcanzó de lleno a José Sagardia, causándole la muerte al instante. El bloque motor quedó arrancado de cuajo. El resto del vehículo salió despedido hacia atrás, quedando con las ruedas hacia arriba, recostado en una furgoneta Renault 4L estacionada a un par de metros.
Los cristales de los edificios próximos saltaron por los aires, causando heridas de carácter leve a un vecino y al encargado de una tienda de bicicletas situada en el número 15 de la calle Loustau, frente a la que estaba aparcado el Renault 12, cuya fachada quedó destrozada. Los muros de varios edificios próximos y algunos tejados, así como cinco automóviles, quedaron seriamente dañados.
Los vecinos comentaron que consideraban milagrosa la ausencia de otras víctimas mortales, ya que, en un radio de pocos metros, hay varios establecimientos comerciales y una imprenta que da trabajo a cuarenta personas, que abrían sus puertas unos minutos después.
Según confirmaron a media tarde fuentes policiales francesas, el artefacto contenía tres kilos de Goma 2 y estaba conectado al volante del coche, procedimiento utilizado ya en el atentado contra José Miguel Beftarán, Argala, en diciembre de 1978. El impacto del explosivo fue de tal magnitud que numerosos fragmentos del vehículo resultaron lanzados en un radio de cien metros, por encima de edificios de dos y tres pisos. Algunos pedazos de la chapa de la carrocería presentaban orificios múltiples, de tamaño desigual, que hicieron pensar en la utilización de metralla.
José Martín Sagardia, soltero, nacido en Bilbao hace treinta años y residente desde niño en Usúrbil (Guipúzcoa), vivió la historia de ETA desde el interior de la organización a partir de los primeros años setenta. En 1973 se convirtió en ilitante «iIegal» y se instaló en territorio francés, donde, al parecer, no pidió refugio político de modo oficial hasta 1975, a consecuencia de algunos problemas con la policía local. Deportado a la isla de Yeu por las autoridades del país vecino en octubre de 1976, junto a José Miguel Beñarán y otros refugiados considerados dirigentes de ETA, se convirtió en un simple «residente» durante 1979, ano en que el Gobierno de París decidió no reconocer derecho de asilo político a ciudadanos españoles, considerando culminado el proceso democrático.
En una sesión plenaria convocada con carácter extraordinario y urgente, el Ayuntamiento de Usúrbil, donde reside la madre de Sagardia, viuda, que regenta un bar, aprobó por unanimidad una moción en la que se declara reconocer al fallecido como un luchador por la libertad de su pueblo y se condena su asesinato, expresando la «firme sospecha» de que los autores guardan relación con los cuerpos de seguridad del Estado, y su actividad es permitida y protegida por el partido del Gobierno.
Jornadas de luto en el pueblo de Usurbil
El Ayuntamiento declaró jornadas de luto las de ayer y hoy, acordó colocar las banderas de Euskadi y Usurbil a media asta y con crespón negro y pidió a los trabajadores y comerciantes que cesaran sus actividades en los días señalados.
En Biarritz, convocada por los compañeros de trabajo de Sagardia, tuvo lugar, a las 19.30, una concentración para exigir el cese de los atentados.
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