Salvador Dalí
y su esposa, Gala, que desde el jueves pasado se encontraban en Mónaco, encontraron el domingo algunos minutos para posar ante algunas decenas de admiradores y fotógrafas que les esperaban a la entrada del hotel París, de la capital monegasca. Momentos después, el pintor y su esposa partían hacia Ginebra, desde donde se dirigirán posteriormente a París. Con un abrigo de piel de leopardo, tocado con un gorro de piel, sus famosos bigotes recortados y completamente blancos, el pintor anuncio que, desde su restablecimiento, había pintado tres cuadros en. su retiro de Pórt Lligat, cerca de Cadaqués. Salvador Dalí había hecho saber a su llegada a Mónaco que sólo quería descansar, pero a última hora aceptó posar durante -unos instantes cerca de una estatua de Luis XIV a caballo, de la que se dice que da buena suerte a los jugadores del casino- (véase fotografía). Ya delante de los fotógrafos, estampó un beso en la frente de su esposa.
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