_
_
_
_
La lotería se volcó en el Mediterráneo

Casi 5.000 millones del "gordo", para Elche

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

El bar El Aguila, de la calle de Conrado del Campo, de Elche, fue durante todo el día de ayer una fiesta. Había motivo para ello, ya que en él se vendieron décimos de lotería que alcanzaron un valor final de casi 5.000 millones de pesetas correspondiente al gordo. Parecida suerte corrieron, aunque con menor lluvia de millones, otros dos bares de Crevillente, población textil situada a unos diez kilómetros de Elche.Los décimos del número premiado, el 60.076, los habían comprado Manuel García Reyes y Carmelo Marín, socios que explotan el bar El Aguila, de Elche, en la administración número 1 de Almoradí, localidad que, en este caso tan sólo fue una «correa transmisora» de millones para otros luga res.

De los 5.000 millones que repar tieron los dueños del bar El Aguila tan sólo diez se quedaron en sus arcas «para arreglar el bar y seguir trabajando». El resto ha quedado muy disperso y ha ido a parar casi todo a manos de trabajadores. Uno de éstos, el que más millones se ha llevado, se llama Juan Delicado. «Sí, me han correspondido 125 millones, que así, a simple vista, es difícil creerlo». Casado, veintiocho años, comerciante de baratijas, con un hijo, no piensa dejar su trabajo. «De los 125 millones son míos sólo veinticinco. Los demás corresponden a mis padres, hermanos, cuñados, suegros ... » Tampoco piensa hacer de momento ningún viaje extra, «Ya he viajado mucho por mi profesión».

La noticia del gordo sorprendió a los «habituales» mañaneros del bar El Aguila jugando a una suerte de cartas del lugar. Al poco de saberse la noticia a través de la televisión, el bar se cerró -serían las doce- por fuera, y tan sólo se admitió la presencia de los agraciados con alguna participación del gordo, de los amigos y clientes de siempre, de los banqueros y de los periodistas. «Le puedo asegurar que hubo más banqueros que periodistas». El champaña y otras existencias del bar fueron desapareciendo poco a poco y dentro, como en una especie de rebotica, porque las puertas estaban cerradas con persianas metálicas, se sucedían escenas de alegría, abrazos y gritos a medida que llegaban algunos de los dos por la suerte ».

Al bar El Aguila acudieron, entre otros, Tomás García Agulló, obrero, 56 años, que ganó 12,5 millones de pesetas; Emiliano Crespo, ganadero de toros, que «ampliará el negocio» con los veinticinco millones de pesetas que ha ganado, o Francisco Rivera, díecisiete años, plantillero, que utilizará los diez millones de su premio para sacar adelante a sus diez hermanos menores que él.

Crévillente, un pueblo textil

En Crevillente, localidad eminentemente textil, de unos 25.000 habitantes, situada a diez kilómetros de Elche, la suerte también se ha distribuido entre vino y cerveza o pincho moruno en las barras de algunos bares. En total, a este pueblo han ido a parar cuatro series, lo que equivale a mil millones

Perfecto Franch, que tiene alquilado el bar Francia, en la avenida de San Vicente Ferrer, de Crevillente. distribuyó catorce décimos en participaciones, de las que se han beneficiado unas cincuenta familias, la mayoría de ellas trabajadores textiles, pintores y obreros de la construcción. «Esto ha sido el delirlo», explicaba la mujer de Perfecto Franch. «Si la gente que ha venido hoy al bar hubiera venido todos los días, me habría hecho millonaria trabajando aquí». Perfecto Franch, que en realidad tiene alquilado el bar, porque no es suyo, se ha quedado tan sólo con un «pellizco» de diez millones de ese gordo que él repartió.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_