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La imunología, una especialidad casi desconocida

Pasteur contribuyó decisivamente, al nacimiento de una nueva especialización de la Medicina, la inmunología, que puede ser definida como el estudio de los medios de defensa imaginados por la naturaleza contra las agresiones externas. Este mecanismo de defensa es el resultado de una doble acción: la de las células destructivas y la de las sustancias circulando en la sangre (los anticuerpos). Estas, últimas neutralizan al microbio invasor, fijándose selectivamente sobre él a la manera de una llave que penetra en una cerradura, o estimulan otros medios de defensa.Los trabajos más recientes muestran que el proceso inmunizador sobrepasa con mucho a la simple acción de defensa antimicrobiana. Los anticuerpos atacan no sólo al microbio invasor, sino a cualquier elemento extraño reconocido como tal, lo cual indica una «defensa propia» que desborda todo lo que pueda imaginarse al respecto. Y ello explica el famoso rechazo de los trasplantes, ya que el organismo no distingue si el cuerpo extraño que se le implanta puede ser bueno o no: sus defensas inmunológicas le atacan de forma automática por el simple hecho de no pertenecer a su propio organismo.

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La inmunidad orgánica desempeña así un papel fundamental en el reconocimiento de lo «no propio» frente a lo «propio », de lo que es ajeno al organismo y de lo que no lo es. Llegar, a partir de esta constatación, a toda una filosofía vital del individualismo no hay más que un paso.

Todas las especialidades médicas se ven concernidas cada vez en mayor grado por los problemas inmunológicos. Hasta tal punto que la inmunofarmacología puede muy bien revolucionar al mundo de los medicamentos, ya que bastará con potenciar, en el organismo aquellos anticuerpos que son más necesarios en cada momento para combatir con el mejor de los éxitos numerosas enfermedades.

El problema estriba en la obtención de los anticuerpos necesarios para cada defensa particular. Se ha calculado que el número de anticuerpos es de cien millones de billones, es decir, 10²º (o sea, el número formado por un diez con veinte ceros detrás). Tan incalculable número de anticuerpos supone la posibilidad prácticamente infinita del organismo para defenderse contra cualquier tipo de cuerpo extraño. Lo que ocurre, y de ahí las enfermedades, es que no siempre produce el organismo cantidad suficiente de anticuerpos contra una invasión determinada.

Uno de los caminos que se le abre a la inmunología es, pues, evidente: potenciar para cada enfermedad en particular la formación de anticuerpos contra dicha enfermedad y, si el organismo no puede, crear tales anticuerpos e inoculárselos al enfermo.

En los últimos diez años, las investigaciones para obtener anticuerpos específicos se han desarrollado con enorme rapidez, y buena prueba de ello es la producción de los hibridomas, descubiertos y fabricados in vitro, o sea, en probetas, a partir de células procedentes de ratones, por el doctor Milstein, en 1975, y que pueden ser ya obtenidos con células humanas; así fue comunicado en el Congreso Internacional de Inmunología de París, en el mes de julio de 1980.

Si mediante los anticuerpos específicos producidos por estos hibridomas podemos disponer de toda la cantidadque de ellos necesitemos, contra cualquier tipo de agresión al organismo, no cabe duda de que se habrá abierto una puerta para la curación, en los próximos años, de muchas enfermedades, incluyendo a bastantes tipos de cáncer, dado que éstos son reconocidos , como cuerpos extraños por el organismo.

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