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Entrevista:

Lluis Llach: "Cuando evoco mi pasado, no me arrepiento de nada"

El cantante inicia en Madrid una serie de recitales

Esta noche se presenta en Madrid el cantante catalán Lluis Llach para iniciar una serie de cinco recitales en el cine-teatro Salamanca. Esta será, según opina el propio cantautor, la primera vez que cante en territorio madrileño en condiciones normales. Pero Llach añade que al recordar sus composiciones de ayer, escritas y cantadas dentro de un ámbito de anormalidad, no se avergüenza de ninguna.

De los muchos cantantes testimonia les que florecieron bajo el franquismo, pocos han conseguido mantener el interés del público. A la cabeza de esas excepciones figura Lluis Llach, compositor e intérprete que jamás descuidó las calidades musicales a la hora de ofrecer testimonio.Empieza Llach por evocar su recital madrileño de 1970: «Lo extramusical hizo que todo fuese tenso. El proceso de Burgos, un cónsul secuestrado y el estado de excepción no eran los mejores condimentos para actuar serenamente». La última vez que estuvo en Madrid, hace dos años, otras razones impidieron que su presencia fuese cabal: «Canté en el Pabellón de Deportes del Real Madrid, donde el sonido era deplorable. Estaba, pues, obsesionado por volver a este lugar para ofrecer un recital en condiciones normales, dentro de mi teatro». Y aquí está, sin cortapisas políticas ambientales, para actuar durante cinco días consecutivos.

Pregunta. ¿Va a presentar nuevas canciones?

Respuesta. Solamente una o dos. Acabo de grabar un nuevo disco, que saldrá próximamente, pero lo que no quiero es convertir este recital en una presentación de un elepé. Eso sólo podría hacerlo en un sitio donde actúo con frecuencia. En Madrid pienso que debo dar una muestra de toda mi trayectoria.

P. Será, pues, un recital antológico.

R. (Risas.) Bueno, sí, con todas las comillas de rigor.

P. De todas formas, ¿puede hablarnos del contenido del nuevo disco?

R. Es una creación monográfica. Responde a un capricho personal y se me ocurrió mientras me encontraba descansando en el Ampurdán. Sentí el deseo de desahogarme, de ver a qué diantres se debía mi amor irracional a mi pequeño país. Por decirlo de alguna manera, volví a ponerme los pantalones cortos de la infancia recobré las imágenes de los carros al alba, mi emoción ante el paisaje. El disco tiene una cara totalmente musical y otra cantada. Tal vez me lluevan los palos, tratándome una vez más de pedante y ampuloso. Pero yo me he divertido como un camello durante el año y medio que me ha llevado su preparación.

P. ¿Hubiera abordado una empresa semejante hace algunos años, cuando la carga ideológica ambiental tornaba sospechoso todo capricho lírico?

R. Es posible que no. Pero después de 1976 he dedicado mucho tiempo a la reflexión, tras tantos años de mojarme el culo con prohibiciones y problemas de toda especie. En consecuencia, he hecho un ejercicio detenido de memoria sobre el pasado. Y no me he sentido ruborizado al término de ese ejercicio. No, no me avergüenzo de nada. Tal vez por eso me sienta ahora con derecho a divertirme cuando se me antoja.

La criba venidera

P. ¿Qué quedará de aquella heróica etapa de la nova cançó?

R. El futuro no me preocupa. Cuantos coincidimos en aquella empresa, con aportaciones más o menos valiosas, por lo menos fuimos fraternales y no nos pegamos las típicas bofetadas salvajes del Caribe musical. Lo que sí habrá muy pronto es una criba, la que el público ejerce cuando fenecen las circunstancias anormales. De hecho, empieza a haberla. Quienes cantaron sólo por militancia se encuentran ya empantanados. Yo deseo que pasen estos años velozmente para no ver esas historias tristes.

P. ¿Quiénes se salvan del naufragio?

R. Por lo pronto, a mí me interesa mucho María del Mar Bonet. Y me gustan las posibilidades de voz que tiene Marina Rossell. También siento interés por Carlos Cano.

P. ¿Cómo ve lo de la nueva ola?

R. Me parece puro mimetismo, impotencia y engaño.

P. ¿Algún dato sobre su vida privada?

R. No voy a proclamar con quién eyaculo... Soy un tipo muy casero y amante de las verduras. Pero también me gusta divertirme y hacer orgías. De lo que me quejo, después de trece años, es de la mucha soledad a la que mi trabajo me obliga.

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