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Nueva candidata gaullista a las elecciones presidenciales francesas

Marie France Garaud, 48 años, abogada, casi desconocida para la gran mayoría de los franceses, fue durante trece años el poder oculto de Francia, al lado del fallecido presidente Georges Pompidou y del actual líder gaullista, Jacques Chirac. Esta tarjeta de visita, de personaje de la sombra, le ha servido de plataforma para declararse, anteanoche, candidata a la presidencia de la República.Ya no es posible contar los pretendientes al palacio del Elíseo, y eso a seis meses del escrutinio final. Es posible que, esta vez, la inflación alcance cotas realmente nocivas para el espíritu de la Constitución francesa: trivializar la consulta con un rebaño de candidatos, que, de antemano, saben que no serán elegidos. Los franceses pudieran optar por quedarse en casa y así los votantes eligirían a un presidente minoritario respecto a los electores inscritos. En 1965, se presentaron seis candidatos, siete en 1969 y doce en 1974. En 1981, al ritmo actual, pudieran llegar a dos docenas.

El caso de Marie France Garaud se revela equívoco ante la opinión de sus conciudadanos. Garaud fue la consejera de Pompidou y de Chirac hasta que, con motivo de las elecciones europeas de 1979, se enfadó con el actual líder oficial del gaullismo, Jacques Chirac.

Todos los golpes, más o menos bajos, del gaullismo (después de la caída del general Charles de Gaulle) se le atribuyen a la señora Garaud.

Su iniciativa presidencial es la segunda del campo gaullista. La primera fue de Michel Debré. Y se espera una tercera candidatura oficial del reagrupamiento para la República, la de Chirac. La señora Garaud ha justificado su salida al ruedo electoral afirmando que «no hay ningún hombre político en Francia que denuncie el gravísimo peligro que representa el hegemonismo soviético». Es su programa y su obsesión. ¿Cuál será el papel de esta señora, inteligente y temible, en la campaña presidencial?, se preguntan los analistas. Para unos, como la candidatura de Debré, favorecerá la elección del actual presidente, Valéry Giscard d'Estaing, al aumentar las divisiones del gaullismo. Pero algunos intuyen un golpe más de la diabólica señora Garaud, consistente en multiplicar las candidaturas gaullistas, diferentemente matizadas, para robarle el máximo de votos a Giscard.

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