Clausurados los locales del sindicato del Cuerpo Superior de Policía y desalojados sus dirigentes
El jefe superior de Policía de Madrid, Tomás Astilleros, ordenó esta madrugada la clausura de los locales del sindicato del Cuerpo Superior de Policía, donde se encontraban una veintena de inspectores, en su mayoría dirigentes del mencionado sindicato. Estos últimos se opusieron a la orden de desalojo y clausura del local, por alegar que para ello se requería mandamiento judicial. El jefe superior, acompañado de fuerzas de la Policía Nacional, reiteró varias veces su orden, apelando a la disciplina. La Policía Nacional, que se encontraba en las inmediaciones del edificio, no llegó a intervenir.
El problema planteado arranca de unas manifestaciones realizadas el viernes por portavoces del citado sindicato policial. Esta entidad niega que aquellos hayan dicho que «pactarían, si fuera preciso, con el diablo y, con cualquier partido político, para que las reivindicaciones del sindicato pudieran ser oídas por las fuerzas políticas del país». En relación a las manifestaciones sobre la necesidad de un referéndum en la región vasco-navarra, respecto a si sus habitantes prefieren a la policía constitucional o, a ETA, el sindicato afirma que «Únicamente se hizo eco de la sugerencia de consulta popular, que en la conferencia de Prensa partió de uno de los periodistas asistentes, valorando como muy importante para todo el país preguntar al pueblo vasco-navarro si acepta o no a ETA, y si acepta o no la Constitución».
Dos versiones
Poco después de estas precisiones del sindicato, y tras una reunión mantenida en la Dirección General de la Policía por el titular de la misma, José Manuel Blanco, con dirigentes del sindicato, el citado organismo hizo pública una nota en la que anunciaba la inmediata incoacción de medidas disciplinarias, ordenándose la suspensión de empleo sueldo y la formación de expedientes a los funcionarios responsables de las declaraciones citadas.
Asimismo, la Dirección General de la Policía afirmaba que «se está constatando un mayoritario sentido de repulsa de los integrantes del Cuerpo Superior de Policía a las referidas manifestaciones», al tiempo que advertía de la existencia de «constancia escrita de que las declaraciones que los citados miembros del sindicato atribuyen a un determinado inspector del Cuerpo Superior de Policía, en relación con los recientes y trágicos sucesos de Durango, son absolutamente falsas».
Finalizada la reunión antes citada entre dirigentes del sindicato y el director general de Policía -que produjo las dos notas mencionadas de cara a la opinión pública-, los citados dirigentes regresaron a la sede del mismo, donde se había personado ya el comisario del distrito de Retiro con una orden de clausura del local. Al pedirle a este último un mandamiento judicial, contestó que no era portador de él. Los dirigentes del sindicato llamaron entonces aljuez de guardia, quien manifestó no tener conocimiento alguno de lo que se pretendía.
Sobre las 11.30 de la noche, el jefe superior celebró una reunión con varios comisarios de distrito, cuyo contenido exacto se desconoce. Posteriormente, el comisarío de Retiro regresó de nuevo al local -en ese momento se encontraban en la calle fuerzas de la Policía Nacional e inspectores de la comisaría de Retiro- para notificar de nuevo la orden de clausura.
Acude el jefe superior
Tampoco en este caso accedieron a salir los inspectores encerrados en la sede sindical, y acudió personalmente el jefe superior, Tomás Astilleros, quien penetró en los locales y manifestó que se dirigía a ellos como inspectores de policía, y no como dirigentes sindicales, para ordenarles, en nombre de la disciplina, que abandonaran el edificio.
Los inspectores contestaron que estaba dando órdenes a un sindicato, a lo cual el jefe superior reiteró que se dirigía a inspectores y que asumía plenamente las consecuencias del acto. Se le pidió entonces que al menos no cerrara la sede, para poder retirar la documentación existente en ella, a lo cual se negó el jefe superior.
Este último se retiró, y los inspectores encerrados deliberaron brevemente sobre la situación. Al final decidieron salir del local «cuando simbólicamente aparezcan los primeros miembros de la Policía Nacional». Sobre la 1.30 de la madrugada, y sin que las fuerzas preparadas para ello llegaran a intervenir, el grupo de dirigentes sindicales de la policía abandonó finalmente sus locales, llevándose consigo un retrato del Rey, una bandera española y algunos libros. A continuación, el jefe superior ordenó el precinto de la sede,
Los dirigentes sindicales de la policía anunciaron que hoy presentarán denuncia por lo ocurrido en el juzgado de guardia, renunciando a hacerlo esta misma madrugada.
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