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La ampliación de la CEE supondrá un incremento de 200.000 millones de pesetas en el presupuesto agrícola

Soledad Gallego-Díaz

El vicepresidente de la Comisión Europea, Finn Gundelach, estima que la ampliación de la Comunidad Económica Europea (CEE) supondrá un gasto adicional para el Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola (FEOGA) de aproximadamente 2.000 millones de unidades de cuenta anuales (cerca de 200.000 millones de pesetas), y ello fundamentalmente debido a las características españolas. Así lo afirma en la respuesta escrita a una pregunta del parlamentario conservador británico Steve Price.

Gundelach señala que las primeras estimaciones sobre el coste de la adhesión integral de Grecia, España y Portugal efectuadas en 1978 (de 1.400 a 2.000 millones de unidades de cuenta sobre la base del presupuesto de 1980) han quedado cortas y que hay que pensar ya en un coste mínimo de 2.000 millones de UCE para los tres países en cuestión. Y ello, en virtud de «los estudios más recientes y profundos sobre España».La marcha de las negociaciones con España y Portugal despierta interés entre los parlamentarios europeos. Así, el líder radical italiano Marco Pennella ha interrogado también a la Comisión Europea sobre el estado actual de las mismas. Lorenzo Natali responde que aún no se ha terminado la fase de «identificación de problemas» y que la Comisión no ha presentado aún sus informes sobre agricultura y pesca y se ofrece a proporcionar más detalles al diputado italiano «oralmente».

La diputada francesa Cresson (socialista) se irrita, por su parte, con la política comunitaria a proposito de tomates y alcachofas. La mencionada diputada pregunta si es cierto que Holanda, «país partidario de la adhesión de España», se opone a la liberalización de intercambios con España para estos dos productos huertanos. «Me parece aberrante», añade la activa diputada francesa, «que Holanda se haya convertido en un gran productor de tomates de invernadero, mientras que en los países mediterráneos los agricultores se ven obligados a destruir su producción».

De nuevo es el vicepresidente Gundelach quien responde a la parlamentaria, negando que las autoridades holandesas «hayan adoptado tal actitud respecto a los productos españoles». Según Gundelach, la producción de tomates de invernadero es «una demanda del mercado», porque los que crecen en el campo no están disponibles en ciertos períodos del año y porque este tipo de tomate «resulta molesto para el gusto de ciertas categorías de consumidores». No le queda, más remedio que estudiar en el futuro el tema.

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