Resistencia a la baja
La característica que ha definido el comportamiento de las Bolsas a lo largo de la pasada semana ha sido la manifiesta resistencia de los mercados de valores a la baja.Esta resistencia se ha apoyado, más que en las aportaciones de los inversores, que continuaron siendo bien escasas, en la pasividad de los vendedores potenciales, a quienes no parecen afectar los niveles de precios en los que se encuentran buena parte de los valores más significativos, próximos a sus máximos anuales.
Si dejamos a un lado el sector bancario, donde sus mentores se veían obligados a actuar a diario ofreciendo contrapartidas compradoras con que contrarrestar los efectos negativos que normalmente habrían producido en sus cotizaciones la mayor presencia de vendedores, el resto del mercado se las arreglaba bastante bien para mantener las mejoras conseguidas.
A poco más de dos meses del cierre del presente año no parece excesivamente arriesgado hablar de que la Bolsa ha conseguido al fin presentar un stop a las bajas continuas que venía experimentando el mercado de valores desde hace más de un lustro. Y este frente, parece venir dado por la escasa coherencia que plantearían nuevas bajas de importancia; pues si descontamos el grupo bancario, cuyos valores más importantes se mueven en precios superiores al 200%, por lo que han de ser apoyados casi a diario, el resto de la Bolsa presenta unos niveles de precios bajísimos, que ofrecen unas rentabilidades, en el caso de las sociedades que aún mantienen la buena costumbre de satisfacer dividendos, realmente elevadas. Este sería por excelencia el caso de los valores eléctricos, que están consiguiendo aguantar con un temple excelente las importantes ventas que les viene realizando una institución en cuyos sótanos de la calle de Alcalá, esquina al paseo del Prado, deben existir tesoros sólo comparables con los de Alí-Babá, y cuyos depósitos de acciones eléctricas, fundamentalmente de hidrolas, iberdueros y sevillanas, procedentes de las operaciones de apoyo al mercado que se realizaron en los años 1972 y 1973, más las correspondientes ampliaciones de capital, deben alcanzar unos volúmenes de asombro.
Un elemento que quizá venga a distorsionar un tanto este panorama casi paradisíaco, al menos si nos atenemos a los comentarios de buena parte de los especialistas, es la nueva emisión de 40.000 millones de pesetas, ampliables a 60.000 millones de deuda amortizable, que aprobó el Consejo de Ministros del pasado viernes y que será puesta en circulación de forma escalonada antes de que finalice el año. Si a este importante número de millones le sumamos las ampliaciones de capital que bastantes sociedades tienen pendiente de realizar, con las eléctricas en cabeza, y contando con la más que posible incorporación de algún banco, el esfuerzo que se les va a solicitar a los inversores de aquí al 31 de diciembre va a ser muy importante.
Aparte de continuar con un volumen diario de negocio superior a los cien millones de pesetas en las dos sesiones que se contrataron las letras en Madrid, este mercadillo aportó las novedades de la incorporación de la Caja de Ahorros de Madrid. y el haberse realizado la primera operación a un tipo de descuento del 13,125%, el más bajo de su historia, con lo que parece confirmarse el paulatino encarecimiento de los efectos comerciales
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