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Continúan sin aparecer los cinco ejecutivos de IBM que naufragaron el jueves en el embalse de Entrepeñas

Continúan sin aparecer, y son pocas las esperanzas de encontrarles con vida, los cinco directivos de la empresa IBM que, en la tarde del pasado jueves, naufragaron con otros diez compañeros cuando se encontraban realizando una pequeña excursión por el centro del pantano de Entrepeñas, en las inmediaciones del pueblo de Pareja, de la provincia de Guadalajara. Los trabajos de rescate, que se iniciaron poco después de conocerse el hundimiento de la embarcación, fueron suspendidos temporalmente a media tarde de ayer, ante las dificultades encontradas por los cinco submarinistas de la comandancia móvil de la Guardia Civil de Madrid, y en espera de la llegada de nuevos equipos, con mejores dotaciones, procedentes de Cartagena.

Los cinco ejecutivos desaparecidos, que se encontraban realizando un seminario de desarrollo de dirección y que, en compañía de otros diez participantes en el cursillo, habían salido en una embarcación a dar una vuelta por el pantano, después de comer, son: Andrés Avelino García Morán, de 42 años, casado, con un hijo, director de almacenes de la fábrica que la empresa tiene en Valencia; José Manuel Pevida Villanueva, de 37 años, casado, con dos hijos, director de personal de la factoría de La Coruña; Alfonso Mayoral Sánchez, de 40 años, casado, con cuatro hijos, director de inspección técnica de la sucursal de Madrid; Mario Díaz Gómez, de 47 años, casado, con dos hijos, director regional de inspección técnica de Madrid, y Faustino Gómez Vázquez, de 41 años, también casado y con dos hijos, director de operaciones de personal de Madrid.En el momento del naufragio, se encontraban en un bote a motor de aluminio que, en tiempos, había sido una barcaza de salvamento de un barco mercante, y a la que se le habían hecho algunos arreglos y colocado una cabina. Ante el buen tiempo reinante en la zona durante el pasado jueves, y al tener conocimiento que uno de los directores del cursillo tenía disponible la embarcación, decidieron tomarse un rato de descanso al terminar el almuerzo y salieron y a ver la zona de entrada de las aguas al pantano. La partida fue aproximadamente a las tres de la tarde y, poco después, unos veinte minutos, cuando se encontraban en el centro del embalse, notaron la entrada de agua por la zona de proa. Según parece, al notar la avería intentaron situarse en popa para evitar que la embarcación se inundase, pero ésta comenzó a inclinarse peligrosamente y volcó hacia un costado, hundiéndose en cuestión de unos diez o quince segundos, según las versiones de los supervivientes.

Al ocurrir el hecho se encontraban a unos trescientos metros de la orilla más próxima. Dos de los embarcados estaban, al parecer, dentro de la cabina, y tras grandes esfuerzos lograron salir, quizá por una de las ventanillas, aunque las versiones difieren en lo relativo a datos concretos. La mayoría de los pasajeros comenzaron a nadar hacia una especie de península que había frente al lugar. Pero la temperatura del agua, muy fría, el estar vestidos con ropa gruesa, las corrientes y el acabar de comer dificultaron sus intentos de ponerse a salvo. Uno de los que logró llegar a la orilla, al ver los problemas que encontraban algunos de sus compañeros para llegar a tierra, hubo de lanzarse de nuevo al agua en varias ocasiones y consiguió sacar con vida a cinco de ellos. Finalmente hubo de ser ayudado él mismo por encontrarse extenuado y con mucho frío.

Transcurridas más de veinticuatro horas del momento del naufragio se tenían pocas esperanzas de encontrar con vida a alguno de los desaparecidos. Poco después de ocurrir los hechos se notificó el suceso a las fuerzas de la Guardia Civil, que desplazaron a cinco submarinistas, que comenzaron a rastrear la zona. En las operaciones participaba también un helicóptero y una barca equipada con focos y equipos especiales de iluminación. La búsqueda resultó infructuosa durante toda la tarde. Hasta las doce de la noche, la Guardia Civil rastreó también las orillas del embalse por si alguno de los desaparecidos hubiera conseguido salir por una zona distinta al grupo de primeros supervivientes, y en dos ocasiones salieron dotaciones en botes ante la aparición de una supuesta hoguera en la lejanía, que resultó ser falsa.

El rastreo y operaciones de buceo continuaron en la mañana de ayer, viernes. Los cinco hombres-rana lograron bajar hasta los veintisiete metros de profundidad en el lugar que se cree se hundió la embarcación, que, según la altura de las aguas en la actualidad tiene una profundidad de cerca de cuarenta metros. La visibilidad a esa profundidad era escasa y resultaba difícil distinguir objetos a más de un metro de distancia. Ante esta eventualidad, los buceadores interrumpieron temporalmente las operaciones, en espera de los equipos procedentes de Cartagena, que llegaron a primeras horas de la noche, por carretera. Hoy continuarán los rastreos, y aunque se espera que con los nuevos equipos se logre encontrar el casco de la embarcación, existe la impresión de que es una tarea muy difícil, ya que el fondo del pantano se encuentra lleno de fango, arbustos y rocas.

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