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Jenkins reconoce que España no ingresará en la CEE en 1983

Roy Jenkins, presidente de la Comisión Europea, reconoció ayer en Madrid que España no ingresará en las Comunidades Europeas en 1983, según el calendario previsto por el tercer Gobierno del presidente Suárez. El político británico, que justificó este retraso en las dificultades agrícolas y presupuestarias por las que atraviesa la Comunidad, añadió, en el curso de una conferencia de Prensa con la que clausuró su visita oficial a Madrid, que los temas claves de la negociación hispano-comunitaria, como pesca y agricultura, no podrán ser abordados durante la reestructuración de las políticas comunitarias en 1981.El presidente de la Comisión Europea, con un tono cortés y conciliador, ha reconocido públicamente que son importantes los obstáculos que impiden un ritmo acelerado en el proceso de integración de España y Portugal a la CEE. «Esperamos que el retraso no se aleje demasiado de la fecha de 1983», dijo Jenkins, quien se mostró favorable a que, como desea España, puedan negociarse en los próximos meses temas marginales del centro de la negociación (que se situará en torno a la agricultura), pero añadiendo que este capítulo y otros vitales, como la pesca, deberán esperar.

Asimismo, el político laborista británico, que lamentó que su partido haya aprobado en el congreso de Blackpool una moción pidiendo la retirada de Gran Bretaña de la CEE, dijo que, en su opinión, España debería ser informada de la reestructuración comunitaria que se realizará en 1981, aunque puntualizó que esta decisión deberá ser adoptada por la nueva Comisión Europea que ocupará el puesto en enero próximo.

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Durante 1981, las negociaciones España-CEE no podrán superar los temas clave

Viene de primera página

Jenkins va abandonar la presidencia de la comisión de Bruselas a finales de este año, con la incertidumbre sobre el ritmo y futuro inmediato de las candidaturas de España y Portugal al ingreso en la CEE. El político británico reconoció, en Madrid, que los acontecimientos políticos que dañaron en los últimos meses la cohesión comunitaria -la reforma de la política agrícola comunitaria y la revisión de las aportaciones nacionales al presupuesto europeo- inciden directamente en el calendario de la extensión de la CEE hacia la Península Ibérica. «Haremos lo posible para que el retraso no se aleje demasiado de 1983», dijo Jenkins con cortesía para el Gobierno de Madrid, donde ya se ha dado el cambiazo a la fecha de cierre de la negociación, colocando la meta final «en 1984, y si no hay problemas de última hora», como lo ha comentado el propio ministro de la CEE, Eduardo Punset.

Antes de iniciar el diálogo con los informadores, Roy Jenkins hizo una declaración en la que, aparte de señalar que fue recibido por el Rey y que ha conversado con el presidente Suárez y varios miembros de su Gabinete, subraya una y otra vez lo complicado y dificil que es el proceso de integración de la CEE. Habla el presidente de la necesidad de que la economía española vaya adaptándose a la comunitaria -lo que también es preocupación del ministro Punset-, y señala que España y la Comunidad «deben encontrar soluciones a sus problemas a la luz y en el marco de la ampliación de forma que el ingreso sea un proceso de integración sin traumas». Más adelante insiste en que «todos tenemos problemas internos que resolver», y añade que, «sin embargo, no debemos desalentarnos por el tiempo que este proceso complejo, pero vital, inevitablemente implica». Asimismo, Jenkins afirma que, por el momento, se puede avanzar en un amplio frente de la negociación, aunque más tarde matizaría que problemas importantes, como los relativos a pesca y agricultura, no podrán ser negociados hasta que la Comunidad no concluya sus reformas internas.

Este es el segundo gran tema en discusión. ¿Vale la pena ir negociando cuando los capítulos esenciales para España, como pesca y agricultura, están congelados? La parte española piensa que sí, que hay que ganar tiempo e ir cerrando temas colaterales, y al presidente Jenkins no le ha parecido mal esta idea, que recoje sin mucho entusiasino ni precisión en su declaración. Lo que sí está claro es que la CEE no permitirá, en 1981, que la negociación hispano-comunitaria desborde el proceso de reestructuración agrícola y presupuestario de la Comunidad.

Así, ante el retraso confirmado del calendario y la imposibilidad de que los temas centrales de la negociación puedan ser abordados en los próximos meses, se comprende que españoles y comunitarios convengan en la posibilidad de desbrozar los temas colaterales de la negociación y en la necesidad de poner énfasis en preparar las economías e infraestructuras de ambos.

El tercer tema importante se refiere a la posibilidad de que los países candidatos al ingreso como España y Portugal puedan ser informados y consultados sobre la reconversión interna comunitaria, en cuestiones tan importantes para ellos como lo es la agricultura, por ejemplo.

Sobre este tema, la declaración de Jenkins no recoje ninguna observación, a pesar de que el Gobierno español ha insistido repetidas veces en la idea de que España sea informada y consultada. Jenkins dijo que esta es una decisión que corresponderá a la nueva Comisión Europea que entrará en funciones, bajo la presidencia de Gaston Thorn, el próximo día 6 de enero. El político británico añadió que, según su criterio personal, la Comisión debería establecer este contacto que España pide y que el propio primer ministro de Francia, Raymond Barre, consideró como posible durante su visita a Madrid.

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