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La reforma administrativa del ayuntamiento, última ocasión de mejorar su imagen burocrática

Con la voluntad política de realizarla y con una estructura técnica que la haga posible, la reforma administrativa del Ayuntamiento de Madrid ha comenzado ya, en su primera fase. Desde ahora hasta dentro de seis años, un lento y laborioso proceso, que pasa también por convencer a los funcionarios de su necesidad, habrá de llevar a la Casa de la Villa una agilidad burocrática de la que hoy carece y una imagen de auténtico servicio al ciudadano, de la que éste actualmente parece dudar.

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Primeros contactos para la reforma municipal

Por novena vez en los últimos años, el Ayuntamiento de Madrid acomete ahora su reforma administrativa. Pero, si en ocasiones anteriores tal reforma quedó sólo en intentos mejor o peor dirigidos en esta ocasión las cosas parece que van muy en serio. Tanto que el secretario general de la corporación, Pedro Barcina, exclamó hace unos días, en presencia de varios funcionarios, que ésta era la primera vez que creía en ella. Y dio dos razones para que esta ocasión le mereciera a tan importante personaje de la escena municipal una credibilidad que te había negado a anteriores intentos: «Hay una voluntad política de hacer la reforma y existe un planteamiento técnico que la hará posible».Etelvino González, el hombre que el ayuntamiento ha designado para que dirija la «reorganización y reforma administrativa», que él mismo reduce a tres letras -RRA-, define la voluntad política que ha de hacerla posible claramente «de izquierda», en base a la descentralización, la participación, la eficacia y la austeridad que han de caracterizarla.

Pero esa misma voluntad política implica directamente a los tres grupos políticos que hoy conforman la corporación, a través de la comisión especial creada en su seno, compuesta por tres socialistas, tres centristas y un comunista. «Es una garantía», dice, «de que la reforma pueda ser, en realidad, permanente en el tiempo».

Esa misma reforma, porque implica directamente a los funcionarios, puesto que son ellos, directamente, los que han de hacerla posible o no, pasaba por tener que convencer a éstos de que es necesaria. El primer paso en ese sentido se dio ya el sábado pasado. En una reunión entre el alcalde y los principales representantes de los técnicos de administración general -TAG- del ayuntamiento, éstos aceptaron plenamente la reforma.

Una empresa privada para hacer el diagnóstico

El ayuntamiento convocó un concurso público para que las empresas que estuvieran interesadas en ello presentaran sus ofertas para realizar el diagnóstico de la realidad actual de los sistemas de trabajo del funcionariado municipal, estudiar cómo modificarlo en la medida en que debiera hacerse y ofrecer unas soluciones que el ayuntamiento, después, se encargaría de aplicar.A ese concurso se presentaron tres empresas. Una de ellas, Ingenieros Consultores, SA (ICSA), fue la escogida en base, exclusivamente, a los informes presentados por los propios funcionarios. A la elección colaboró, sin duda, el «deslumbrante» currículo presentado por ICSA. En él se incluye la realización de estudios semejantes en la Diputación Foral de Alava, en la de Guipúzcoa, en varias direcciones generales de la Administración central, en el Instituto Nacional de la Publicidad -en cuanto a organismos públicos- o en Simeón, Butano, Tabacalera, Hauser y Menet, Firestone Hispania y un largo etcétera -en el capítulo de las empresas.

Por la realización del estudio ICSA cobrará ocho millones y medio de pesetas. Aportará a tal fin un mínimo de trece técnicos, también con un brillo «espectacular» en sus currículos. La primera fase del estudio, el diagnóstico de la situación, habrá de estar concluida a finales del mes de diciembre; la segunda, el diseño de las soluciones, en marzo del año que viene.

Amortizar la inversión

El gasto de ocho millones y medio de pesetas en que una empresa le diga al ayuntamiento cómo tiene que modificar sus estructuras internas para funcionar mejor es, para Etelvino González, económico a largo plazo y, «desde luego, amortizable».Pero la primera barrera que habrá de saltar la reforma administrativa municipal es la resistencia al cambio por parte de los funcionarios, no ya los de elevado rango -los TAG o los TAE, técnicos de administración especial-, sino los que podrían ser denominados «de base». «Es que lo que tenemos que conseguir», asegura Etelvino González, «es que el funcionario se sienta gratificado por su nuevo modo de trabajo. Contamos ya con la resistencia al cambio», añade. «Pero hay un factor de presión social, el que todo el mundo reclame ese cambio como una necesidad inmediata.

Un expediente que pasa por demasiadas manos

Hasta hoy, que nos encontramos en el momento de la recogida de los datos que harán posible el diagnóstico de la solución que el ayuntamiento necesita, no están claras las soluciones que podrían ser aplicadas para realizar en la práctica la reforma. Pero sí existen indicios que permiten entrever una agilización en la burocracia, que el ciudadano habrá de percibir a través de una mayor rapidez en la tramitación de su «asunto municipal» o en verse mejor informado en cómo debe hacerlo.Uno de esos indicios es el estudio de qué es lo que pasa con un expediente, el que sea, desde que es abierto hasta que se concluye, por qué manos pasa, en dónde duerme. Hoy por hoy, hay expedientes municipales que pasan hasta por doce manos. La garantía que podría suponer el que doce funcionarios hayan de estampar su firma al pie del mismo produce, sin embargo, un efecto distinto: el primero que firma piensa que la suya vale muy poco, porque hay once más que habrán de hacerlo; el segundo piensa más o menos igual, en tanto que el quinto está seguro de que si cuatro ya lo han visto antes y quedan otros siete que han de hacerlo todavía, su responsabilidad está resguardada por los otros once. Pero el duodécimo establece el sofisma de que los once anteriores ya se han asegurado de que todo es correcto. El resumen está, aparte del tiempo perdido por el expediente de despacho en despacho, en que nadie se responsabiliza de la conclusión de éste, por muchas firmas que parecen avalarlo.

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