Greta Garbo cumple hoy, en silencio, 75 años
Hoy cumple 75 años Greta Garbo, la misteriosa actriz sueca, gran mito del cine de los años treinta, que en pleno éxito de su carrera decidió retirarse y llevar una vida silenciosa, sólo interrumpida por los rumores que sobre ella circulan. Innumerables veces se ha dicho que la divina volvía a esos platós que abandonó en 1941. Se le han achacado diversas enfermedades, e incluso un biógrafo americano destapó recientemente un posible pasado de Greta como espía del servicio secreto británico.Pocas veces la solitaria y silenciosa Greta ha dado explicaciones sobre su vida. En 1978, y a través de una declaración notarial, manifestó su desacuerdo con una biografía sensacionalista, publicada por Antoni Gronowicz. Pero esta ruptura por escrito de un silencio de años no revistió las características de un documento que la divina publicó, firmado por ella, en 1932, cuando su imagen turbaba a cuanto espectador acudía a ver sus películas. En dicho texto (que publica por primera vez en España EL PAÍS SEMANAL del próximo día 21 de septiembre), Greta explica su increíble llegada y posterior ascenso al estrellato de la mano de su descubridor, Mauritz Stiller, y el porqué de su soltería, objeto de especulaciones y leyendas.
El actor John Gilbert -su compañero fílmico en Anna Karenina, El sombrero verde y Cristina de Suecia-, Leopoldo Stokowsky, el doctor Gayelord Hanser y el fotógrafo de la familia real inglesa, Cecil Beaton, se dice que ocuparon importantes parcelas en el corazón de Greta. Pero fue Stiller, el que puso Garbo donde figuraba Gustafsson y el que sacó a la jovencita Greta Lovisa de la Escuela de Arte Dramático de Estocolmo, donde olvidaba su trabajo anterior de vendedora en unos almacenes, quien de veras conmocionó los sentimientos de la actriz. Y cuentan que, desde la misteriosa desaparición del productor, en 1928, Greta acentuó su languidez y su deseo de soledad.
En 1924, con La leyenda de Gösta Berling, Greta Garbo y una capacidad para expresar la tortura y la pasión de los amores trágicos, aparecieron juntas. Otra película en Alemania, La calle sin alegría, y un salto al mundo cinematográfico de Hollywood donde ella, que ya despertaba inquietas admiraciones en Europa, necesitaría el empuje casual de un fotógrafo de Vogue para que los ejecutivos de la Metro Goldwyn Mayer descubrieran su divino talento.
El torrente, La tierra de todos -basada en una novela de Blasco Ibáñez- y El demonio y la carne serían tres de sus veintiséis películas-huella. Pues, como ha escrito Roland Barthes, «la Garbo era la tentación de la máscara... Ofrecía una especie de idea platónica de la criatura, una imagen casi asexuada sin, por ello, ser equívoca». La pantalla se ofrecía en sí misma a la actriz, junto a la cual los protagonistas masculinos quedaban como empequeñecidos. «Greta», continúa Barthes, «perteneció a una época del cine (el encanto de lo mudo y del incipiente sonoro) en la que la visión de Rodolfo Valentino podía provocar el suicidio, y la de la Garbo, ese recuerdo del amor galante y sutil que llevaba, al mismo tiempo, un sentimiento de perdición».
Greta cuidó su imagen etérea, entre angelical y diabólica, incluso hasta después de su repentina retirada, en 1941, tras el rodaje de La mujer de las dos caras. Hollywood, que la había nominado dos veces para el Oscar (Anna Christie y Ninotchka), insistió en conservarla. Pero no demasiado. La Garbo no ha querido que la vejez mancillara su imagen, la cual, según las escaramuzas fotográficas que la han descubierto delgada, oculto su rostro con gafas oscuras, caminando por alguna playa mediterránea, todavía hace pensar que la pantalla, si hubiera querido, podría haber sido totalmente suya.
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