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Montañismo

Luis Fraga triunfó humanamente en el Manga Parbat

Antonio Guerrero

Uno de los mejores montañeros españoles, Luis Fraga, que partió hace tres meses al Himalaya, acompañado por el alemán Reinhard Karl, con el objetivo de escalar la pared más larga de esta cordillera, la Rupal del Nanga Parbat, ha regresado a Madrid después de no poder alcanzar la cima, al abandonar voluntariamente para auxiliar a una cordada francesa que se encontraba en apuros. Por ello, no se puede hablar de fracaso, sino de éxito humano, al haber tenido el gesto de renunciar a tantas semanas de esfuerzo y lucha con la montaña para ayudar a un compañero enfermo. Igualmente, al no coronar esta cordada el Nanga Parbat, éste sigue inaccesible en lo que va de año, ya que durante 1980 nadie ha podido subirlo.Luis Fraga, estudiante de Derecho y Económicas, es un joven montañero, veinte años, que por méritos propios, avalados por un importantísimo historial, se encuentra entre la elite mundial del alpinismo. Es uno de los pocos españoles que son invitados por franceses, alemanes, austríacos, etcétera, para participar en sus expediciones.

Fraga formaba parte de los siete montañeros españoles que acariciaban la idea de subir al Nanga Parbat (8.125 metros) por su pared más difícil, la Rupal, que, con sus 4.500 metros, con zonas de hasta setenta grados de inclinación, es, a la vez, la más larga de las conquistadas en el Himalaya. Sin embargo, por diversos motivos -enfermedades y lesiones-, el grupo se vio diezmado hasta el punto de que Luis se quedó solo, por lo que decidió realizar la escalada formando cordada con Reinhard Karl, famoso alpinista alemán que cuenta con el Everest entre sus conquistas.

La burocracia, principal problema

El día 16 de junio, por tanto, partieron Fraga y Karl hacia Rawalpindi. Después de montar el campamento base a 3.400 metros, comenzaron a escalar, subiendo el material y alimentos que serían necesarios en el ataque final. Por fin, el día 10 de julio realizaron el primer intento. Llegaron hasta los 6.500 metros, altura desde la que debieron descender obligados por la tormenta que comenzó a azotar en ese momento. El mal tiempo duró una semana, durante la cual realizaron algunas tentativas que no prosperaron, ya que el monzón era de una dureza brutal, como no se recordaba desde hacía diez años.

Algunas expediciones de otros países se encontraban en la zona para intentar el mismo objetivo. Pero los elementos fueron contrarios y lo impidieron. Así, un grupo británico-canadiense, después de llegar a 7.000 metros, debió abandonar por el mal tiempo y porque sólo quedaban tres de sus componentes en perfectas condiciones, ya que los restantes estaban enfermos; uno, con ataques de locura, y otro, con un edema pulmonar.

El día 23 de julio se calmó algo el temporal y Fraga y Karl comenzaron de nuevo a subir. Las tiendas de campana que habían dejando a los 6.000 metros estaban enterradas por la nieve, y tuvieron que cavar un agujero de dos metros para llegar hasta ellas. Después de reponer fuerzas siguieron hasta los 7.000 metros y observaron que les seguía una cordada formada por los alpinistas franceses Yannick Seignieur y Patrick Berhault. Después de tomar contacto con ellos, continuaron la ascensión abriendo huella la cordada Fraga-Karl, pues, al parecer, Patrick estaba muy cansado.

La renuncia

De nuevo comenzó el mal tiempo y tuvieron que montar las tiendas en una cueva de nieve que hicieron ellos mismos, para pasar la noche. Además, Patrick se encontraba agotado.

El día siguiente amaneció espléndido; el cielo estaba despejado y la visibilidad era perfecta. Fraga y Karl decidieron seguir, pues sólo les quedaba una jornada para alcanzar la cumbre. Cuando se acercaron a los franceses para comunicárselo, Yannick les dijo que Patrick estaba muy grave, con edema pulmonar y fracaso renal, debido a la deshidratación, pues a más de 7.000 metros el cuerpo consume de seis a siete litros de agua.

Llegado el momento de tomar una decisión, tanto Fraga como Karl no tuvieron problemas y, de total acuerdo, decidieron ayudar al francés a bajar a su compañero hasta el campo base, para que fuera atendido debidamente. Tardaron dos días en descender, pero le salvaron la vida.

Una vez abajo, Karl se desanimó, por lo que Fraga decidió realizar un último intento en solitario, que estuvo a punto de serle fatal, pues, cuando estaba escalando, una torre granítica se desplomó muy cerca de él y le alcanzó uno de los cascotes en un tobillo, fracturándoselo por dos partes. En estas condiciones tuvo que bajar como pudo hasta el campo base.

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