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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sombríos horizontes en Portugal

HA EMPEZADO en Portugal, con brío por parte de los partidos políticos y con, interés por parte del cuerpo electoral, la campaña oficial para las legislativas del 5 de octubre. La coalición del actual Gobierno -Alianza Democrática, que encabeza Sa Cameiro y reúne partidos del centro y la derecha- presenta su acción como un cambio de sociedad y una oposición al marxismo; propone reformar la Constitución.En el punto de mira de sus ataques está el presidente de la República, general Ramalho Eanes, cuyo puesto sale a elección dos meses después -en diciembre- de estas legislativas, y que ha elegido ya, desde el 4 de septiembre, una opción política: apoya a la coalición socialista que preside Mario Soares -a pesar de las dificultades de relaciones entre los dos estadistas en el pasado inmediato-. El Frente Republicano y Socialista de Soares (con la Asociación Social-Demócrata Independiente y la Unión de la Izquierda para la Democracia Socialista) está lejos de representar el revolucionarismo que denuncia Sa Carneiro. Los años de gobierno de Soares le han mostrado como un dirigente moderado que frenó el impulso revolucionario y los cambios del sistema de propiedad de la izquierda, y muy relacionado con la socialdemocracia alemana, con Mitterrand y con Felipe González. Soares ha estado enfrentado siempre con el partido comunista de Alvaro Cunhal -prosoviético, fuera del eurocomunismo-, que se presenta ahora en forma de coalición, la Alianza del Pueblo Unido, y que ve con el mismo temor las reformas constitucionales de Sa Cameiro como las que propone Soares. Este, por lo demás, tuvo una gestión nada encomiable en sus años de gobierno, y su moderación indudable se combinó con su medrosidad, su ambigüedad y su debilidad. Todo ello hace dudar de que la bipolarización que denuncia Sa Carneiro en el país sea una realidad; pero tampoco lo es la afirmación de Soares y de los comunistas de que Sa Carneiro supone un regreso absoluto al régimen anterior o la de que tras él está el general fascista Kaulza de Arriaga.

El abanico de partidos que se presenta a estas elecciones es muy extenso: las posibilidades máximas están entre la Alianza Democrática y el Frente Republicano Socialista, con un buen número de diputados para los comunistas, que serían un tercer partido. El apoyo del general Eanes a los socialistas ha hecho ganar muchas posibilidades a éstos, lo cual no quiere decir que pueda pronosticarse su triunfo. Lo más probable, según se ve en estos momentos, y con todas las rectificaciones y cambios posibles en los días de la campaña, es que cualquiera de las dos grandes coaliciones no sea capaz de alcanzar una mayoría muy clara en el Parlamento, que consta ahora de 250 diputados, y que necesite votos de pequeñas formaciones para proceder a las reformas constitucionales que ambos preconizan.

En cualquier caso, en Portugal sólo una mejora ostensible de la situación económica y social puede producir una estabilización política; pero, al mismo tiempo, es precisa esta estabilización para que puedan realizarse las reformas profundas que mejoren la situación económica. Es dudoso que de las elecciones de este otoño, gane quien gane, se derive la normalización. Los destinos de Portugal siguen siendo así difíciles y, en cierta medida, inescrutables.

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