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Dos bombas destruyen las sedes del PCE y UGT en Pamplona y hieren a siete personas

Dos artefactos explosivos destruyeron al mediodía de ayer las sedes del Partido Comunista de Euskadi (PCE-EPK) y de la Unión General de Trabajadores (UGT) de Pamplona, ocasionando daños materiales de gran envergadura e hiriendo de distinta consideración a siete personas. Según manifestaron a EL PAÍS dirigentes de UGT y PCE, «las bombas no han sido colocadas para destruir los locales, sino para matar a las personas que estuvieran dentro. Han sido dos atentados criminales y asesinos».

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Los socialistas atribuyen el atentado a ETA

En medios políticos, las explosiones de ayer han sido interpretadas como la respuesta de ETA Militar a la manifestación antiterrorista del pasado día 2, si bien al cierre de esta edición no se había producido aún la reivindicación del hecho.El atentado contra la sede del partido comunista ocurrió a las 12.22 horas de ayer, según precisó a este periódico el propietario de una relojería próxima a la sede del PCE, que en el momento de la explosión se encontraba poniendo en hora el reloj de un cliente. Al parecer, y según informaciones no oficiales, una o varias personas habían dejado minutos antes un paquete junto a la puerta de la sede del PCE, situada en el número 14 de la calle de las Comedias, en el centro del casco viejo de Pamplona.

En aquel momento se encontraban en las oficinas el secretario general, Angel Pascual; el secretario de organización, Miguel Fernández; la secretaria María Carmen Gárate, así como una veterana militante comunista, Dora Serrano, de 63 años de edad. En el piso superior, en donde está ubicada una academia de formación profesional de peluquería, estaban en clase sesenta alumnos, así como otras treinta personas, todas ellas mujeres, arreglándose el cabello.

En el tercer piso, los dantzaris del grupo Muthiko Alaiak subían y bajaban por las escaleras, ya que estaban embalando todo el material de actuación para dirigirse a Valencia, donde hoy tienen previsto realizar una exhibición de danzas vascas. En el último piso, el cuarto, sede de la ikastola (escuela vasca) Arturo Kambión, había un número indeterminado de personas, más de diez, realizando trabajos diversos.

Según testigos presenciales del. hecho, a las 12.22 horas se oyó un gran estruendo, mientras los cristales del edificio en el que se encuentra la sede del PCE quedaban rotos, lo mismo que las lunas de varios escaparates de establecimientos próximos. En medio de un intenso humo, vecinos y comerciantes de la zona, habitualmente concurrida a la hora de la explosión, intentaron entrar en el inmueble, mientras se producían es cenas de gran dramatismo. En la academia" de peluquería, una señora apareció tumbada en el suelo, junto a la caja registradora, con una gran mancha de sangre en la cabeza, por lo que en principio se le dio por muerta.

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"No ha sido un aviso, iban a matar"

Avisados los bomberos por la Policía Municipal, se inició una operacion para desalojar la casa, mientras una dotación de la Policía Nacional, junto al equipo de desactivación de explosivos (EDEX), cortaba el tráfico en toda la zona. Abriéndose paso por los escombros, los bomberos, que también utilizaron la escalera mecánica de uno de sus vehículos, sacaron del inmueble a todas las personas, algunas con ataques de nervios y, la mayoría, con problemas respiratorios a causa de la gran cantidad de humo que había originado la explosión..

Junto al portal del edificio siniestrado se encontraba la puerta blindada del local del PCE, una fotocopiadora, máquinas de escribir, mesas, sillas, gran cantidad de material de oficina y propaganda en medio de los escombros. «Ha sido un claro intento», declaraba a EL PAÍS Angel Pascual, secretario del PCE-EPK, por la impresión del atentado, «de matar a la gente. No ha sido un aviso, sino el intento de asesinar a personas con el ánimo de sembrar el pánico. No comprendo todavía cómo no ha ocurrido una catástrofe, porque ésta es una zona muy concurrida y, además, como consecuencia de la explosión, han saltado a la calle todo tipo de objetos, desde la puerta blindada hasta las máquinas de escribir».

Un cuarto de hora después de la explosión se evacuaba hasta el Hospital de Navarra a los cinco heridos por el atentado: Rosalia Hualde, Miguel Fernández (secretario de organización del PCE), María Carmen Blanco, Dora Serrano y Francisca Núñez, esta última con una gran hemorragia en la cara. Después de una primera exploración, los médicos del hospital señalaron que los ingresados presentaban heridas leves por todo el cuerpo, excepto Francisca Núñez, cuyo estado fue considerado como grave, ya que posiblemente perderá la visión de un ojo. El gobernador civil de Navarra, Francisco Javier Ansuátegui, se presentó en el lugar de los hechos sobre la una de la tarde, abandonando la calle de las Comedias diez minutos después.

Las oficinas del PCE-EPK quedaron totalmente destrozadas y reducidas a un montón de escombros, mientras que un establecimiento de muebles de baño, situado en la parte baja del inmueble, por efecto de la onda expansiva, tenía destrozados los cristales y parte del material expuesto. La explosión fue tan violenta, que incluso una joyería situada en la misma acera, a cincuenta metros, resultó con las lunas del escaparate desencajadas. Otros establecimientos, como la joyería Pérez Alfaro, cuyo escaparate apareció prácticamente en la calle, resultaron alcanzados por la explosión, sufriendo daños en las cristaleras y puertas.

En la sede de UGT

Diez minutos después de oírse la explosión en la sede del PCE, y mientras una llamada anónima realizada a la sede de Comisiones Obreras avisaba de la colocación de una bomba, que resultó una falsa alarma, otro artefacto explosionaba en las oficinas de UGT en los números 8 y 10 de la calle de Isaac Albéniz. Una persona, que, según la información facilitada a EL PAÍS por testigos presenciales, tenía más de cuarenta años entró en el local de la central socialista, abandonando junto a la puerta un paquete. La secretaria Eva Aranda intuyó que podría tratarse de una bomba, y comenzó a dar gritos, lo que motivó que las otras cinco personas que se encontraban allí en aquellos momentos se dirigieran hasta su mesa para comprobar lo que estaba sucediendo. Sin embargo, no tuvieron tiempo de acercarse, porque la explosión les tiró al suelo y dejó reducido el local a escombros, excepto la parte del salón de asambleas, que se encuentra alejado de la entrada. «Han querido matar a varias personas», manifestó a EL PAÍS Guillermo Fernández, secretario de UGT de Navarra, «y por poco lo consiguen. Los que han puesto la bomba venían a asesinar y no a meter miedo a UGT».

La sede de UGT, que se encuentra a unos veinticinco metros de un garaje de la Guardia Civil de Tráfico, que tiene vigilancia continua, quedó parcialmente destruida. Unicamente se salvó de la explosión el salón de asambleas, situado en el interior de la bajera, después de varios despachos, que igualmente quedaron reducidos a escombros. Dos personas, la secretaria Eva Aranda y Carmen Urucharri, esposa del concejal socialista en el Ayuntamiento de Pamplóna Bernabé Alvarez, fueron trasladados en ambulancia hasta el Hospital de Navarra. Durante media hora las sirenas de los coches de bomberos, Policía Nacional, Cruz Roja y Policía Municipal crearon una situación de confusión y tensión, que creció a medida que los rumores indicaban que había habido un muerto en el atentado contra la sede del PCE. Las emisoras de radio de Pamplona desmintieron el rumor. Tanto la sede de UGT como la del PCE no habían sido amenazadas con anterioridad, si bien el local de los comunistas sufrió un intento de allanamiento el pasado día 2, al término de la manifestación «contra el asesinato y el terrorismo» convocada, entre otros partidos, por el PCE-EPK.

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