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Próxima subida del petróleo saudí a 32 dólares por barril

Arabia Saudí, principal productor de crudo de la OPEP, puede anunciar en los próximos siete días un aumento de los precios de su petróleo hasta acercarlos al mínimo actual del cártel: 32 dólares por barril. Rumores insistentes en los medios petrolíferos mundiales señalan que la subida saudí, de los actuales veintiocho a quizá 30-32 dólares, se materializará simultáneamente a una reducción de un millón de barriles en su nivel de producción del último año y medio, que ha sido de 9,5 millones diarios.Aunque la mayoría de los expertos dan por seguro que esta subida no se anunciará hasta después de las reuniones que mantendrá en Viena el cartel petrolífero durante los días 15, 16 y 17 de junio, el timing o calendario del anuncio dependerá de las previsiones de la conferencia triministerial de la OPEP y de la que, inmediatamente a ésta, celebrarán por separado los ministros de Petróleo del consorcio.

La subida saudí a los niveles mínimos de precios decididos en junio por la OPEP, en su reunión de Argel, forma parte de una estrategia político-económica del reino árabe para hacerse con el control del consorcio petrolífero y así imponer el nuevo sistema de precios que el comité de estrategia elaboró a principios del año. Este sistema, que propone aumentos regulares y automáticos cada tres meses, ha recibido fuerte oposición del lado de los llamados países radicales del consorcio.

Arabia Saudí, siguiendo la política de su ministro de Petróleo, el jeque Yamani, ha mantenido el precio de su crudo estable en veintiocho dólares por barril, en abierto desafío de las recomendaciones del propio consorcio para que el precio de referencia fuera situado por encima de 32 dólares. Asimismo, Arabia Saudí ha estado produciendo 9,5 millones diarios de barriles, más de un tercio de la producción total de la OPEP, a costa de crear un claro desequilibrio en el mercado, que ha favorecido a los países consumidores.

Los países radicales del consorcio han criticado esta actitud saudí (ayer mismo el ministro argelino calificó la política de Riad de « irresponsable »), hasta el punto de que le han culpado de hacer el juego a Occidente. Sin embargo, el jeque Yamani ha insistido varias veces en que sólo la vuelta a un sistema de precios estables y fijos permitirá a la OPEP recuperar el poder tradicional que ha disfrutado en los siete últimos años como árbitro del mercado mundial de petróleo. Yamani ha reiterado que ,el continuo incremento de precios que ha caracterizado al mercado en los quince últimos meses ha perjudicado tanto a la OPEP como a los países consumidores.

Las consecuencias de las subidas

Aunque esta posición es objetable por el lado radical de la OPEP, muchos especialistas opinan que a Yamani no le falta razón. De hecho, las continuas subidas del precio del crudo en el último ano y medio han hundido las economías occidentales en una fuerte recesión, provocado fuertes déficit en sus balanzas exteriores, estancado el comercio mundial y provocado una ola de inflación global que ha encarecido y dificultado las posibilidades de desarrollo de los propios países de la OPEP, pese a que muchos nadan en excedentes financieros. La situación para los países en desarrollo, según el último informe anual del FMI, es aún mucho más pesimista.Ante la reunión de Viena, que congregará el próximo lunes y martes a los ministros de Finanzas, Exteriores y Petróleo de los trece miembros de la OPEP, el consorcio puede verse emplazado a adoptar una política a medio y largo plazo mucho más razonable que la seguida hasta ahora, en gran parte por las presiones de los países en desarrollo no productores de crudo.

Respecto a este grave problema de los países en desarrollo, el director general de la Energía de Francia, François de Wissocq, hizo ayer un llamamiento a los países de la OPEP para que utilicen su excedente financiero en ayuda del Tercer Mundo, según informa la agencia France Presse desde Munich. Este llamamiento, que no difiere mucho del realizado días antes por el canciller alemán, Helmut Schmidt, propone que el superávit de 300.000 millones de dólares que la OPEP tendrá a finales de año sea canalizado urgentemente a los países en vías de desarrollo, que tendrán en 1980 un déficit acumulado de 280.000 millones de dólares.

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